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Capitolio Federal

La construcción del cuerpo sur del Capitolio Federal fue decretada por el presidente provisional, general Antonio Guzmán Blanco (11.9.1872), quien, a tal efecto, dispuso la expropiación del solar o parte sur del convento de las reverendas madres concepciones. El terreno, ubicado entre las esquinas caraqueñas de La Bolsa y San Francisco, tenía un fondo de 16,72 m y hacia La Bolsa, daba cabida a un depósito propiedad de la firma H.L. Boulton & Co. Acto seguido, el gobierno confirió a la Compañía de Crédito Público el carácter oficial de Junta de Fomento del Capitolio y le otorgó poder para administrar e inspeccionar la obra. El 18 de septiembre de 1872, el presidente de la compañía, Juan Röhl y el ingeniero Luciano Urdaneta, hijo del prócer de la Independencia, general Rafael Urdaneta, pactaron la construcción en la cantidad de 42.893 pesos sencillos, de a 4 reales cada uno, o 36.316 venezolanos, de a 5 cada uno; suma esta equivalente, desde 1879, a Bs. 171.580. Esta cifra sería pronta y consecutivamente excedida. El edificio debía estar concluido el 1 de febrero de 1873 a fin de que el 20 de febrero siguiente, XIV aniversario del estallido de la Guerra Federal, albergara al primer Congreso surgido de la Revolución de Abril de 1870. Los trabajos comenzaron el 21 de septiembre de 1872, bajo la dirección de Urdaneta, a quien secundarían, con rango de ingeniero auxiliar, Manuel María Urbaneja, durante efímero lapso y luego el ingeniero Juan Hurtado Manrique. La compañía asignó a Urdaneta y su auxiliarlos respectivos sueldos mensuales de 120 venezolanos y 60 venezolanos a tiempo que prometió una recompensa al primero si, en febrero del 1873, el edificio estaba lo suficientemente adelantado como para alojar al Congreso. Junto con ellos entró en funciones José María de Rojas, futuro marqués de Rojas, a título de delegado de la compañía. La construcción del Capitolio fue llevada a ritmo de operación militar, cuya ejecución en el plazo previsto acreditaría la eficacia del nuevo régimen llamado de «la Regeneración». Los trabajadores de la compañía y la gente de los subcontratistas laboraban día y noche, sin excluir domingos ni feriados, y la conclusión de cada uno de los arcos era anunciada con fuegos artificiales. A tenor del contrato, Urdaneta importaba libres de derechos los materiales que no se conseguían en el país. A su vez, la compañía apeló al novedoso procedimiento de subcontratar, con diferentes empresas, algunas partes y ornamentos del edificio. Se peleaba contra el tiempo y desde el diario oficioso La Opinión Nacional, Nicanor Bolet Peraza comparaba a Guzmán Blanco, a poco titulado «Ilustre Americano», con el ilustre ateniense Pericles, mientras Rojas, por su parte, dirigía una pintoresca proclama «A sus compañeros de trabajo» con frases de la siguiente guisa: «Operarios del Capitolio: Al pie de estas murallas, la ciudad entera os contempla para daros una silba horrorosa, si no acabáis la obra para febrero. Apenas os quedan 30 días hábiles para dar esta batalla» (13.1.1873). El 19 de febrero de 1873, la compañía entregó el edificio, y en el acto discurrieron Röhl y Guzmán Blanco. El presidente calificó de «hecho extraordinario» la construcción del Capitolio en 114 días, en realidad eran 151, y afirmó que «ese magnífico edificio es el emblema de la "Revolución de Abril" y representa la estabilidad de Venezuela». Luego condecoró a quienes intervinieron en la fábrica, mientras unas 3.000 personas admiraban la fachada de orden dórico con su cuerpo ático central, aunque sin el frontón central que ahora lo corona. Aún faltaban, entre otras cosas, 2 entradas de la fachada y los pórticos laterales que dan hacia las esquinas de La Bolsa y San Francisco. El 27 de febrero de 1873 se instalaron las Cámaras Legislativas y los senadores eligieron presidente al tribuno liberal Antonio Leocadio Guzmán, padre de Guzmán Blanco, en tanto que los diputados otorgaron el honor al general Jesús María Paúl. Los trabajos se reanudaron en junio de 1873 y el flamante «Ilustre Americano, Regenerador» puso a disposición de Urdaneta la cantidad de 75.262 venezolanos. A estas alturas, Martín Tovar y Tovar pintaba un retrato de Antonio Leocadio Guzmán destinado al edificio y, en 1874, el gobierno le contrató 30 óleos de libertadores y ciudadanos ilustres por la suma global de 7.800 venezolanos. Entre tanto, el Ejecutivo promulgaba el decreto parlamentario sobre la extinción de los conventos de religiosas (5.5.1874) y el 9 fueron exclaustradas las monjas concepciones. A mediados de 1875 estaba lista toda la obra de mampostería, y el 8 de junio el titular del novísimo Ministerio de Obras Públicas (MOP), Jesús Muñoz Tébar, contrató con la firma británica The Crumlin Works & Co. Ltd. la gran fuente diseñada por Urbaneja y otras obras de hierro fundido y forjado, valoradas en 19.418 fibras esterlinas (100.976,20 venezolanos). En breve, el Ejecutivo dispuso la erección del cuerpo norte o Palacio Federal (10.2.1876). Esta vez, la compañía estaba presidida por Henry Lord Boulton y el 11 se aprobó el proyecto presentado por su director científico, el ingeniero Luciano Urdaneta. El cuerpo a erigirse en el área del demolido convento, Monjas a Padre Sierra, sería sede conjunta del Ejecutivo Nacional (occidente) y de la Alta Corte Federal (oriente) y tendría 2 peristilos con sus vestíbulos que servirían de entradas principales y uno central elíptico con pórtico y cúpula ovoidal, sustentados todos por 18 columnas y 2 cariátides. La nueva construcción ocuparía una superficie de 4.368 m y se le asignó la cantidad de 161.557,93 venezolanos. Urdaneta inició los trabajos, pero a poco pasó a dirigir su proyecto del balneario de Macuto y Roberto García renunció al MOP para acudir en su reemplazo. Boulton entregó la obra a Guzmán Blanco en el Salón Elíptico el 20 de febrero de 1877 a las 11:00 p.m. y el presidente la transfirió al general Jacinto Gutiérrez, presidente de la Alta Corte. Los 3 pronunciaron discursos y a las 12 de la noche, el «Ilustre» entregó el mando a Gutiérrez para que este lo transmitiera al nuevo presidente de la República, Francisco Linares Alcántara. El 28 el MOP anunció que lo invertido en ambos cuerpos ascendía a 732.086 venezolanos, de los cuales 361.434,25 venezolanos correspondían al Capitolio propiamente dicho y 370.651,84 venezolanos al Palacio Federal. A poco, los sobrinos del Libertador donaron al Salón Elíptico el retrato de su ilustre deudo pintado en Lima por el artista peruano José Gil de Castro en 1825. El nuevo presidente, general Linares Alcántara, ordenó la conclusión del Palacio Federal, y conforme al proyecto de Urdaneta, Roberto García remató el ala occidental mientras Hurtado Manrique edificaba la oriental. El 20 de diciembre de 1877 el conjunto estaba terminado pero aún se trabajaba en las aceras del patio y en los bulevares adyacentes. En 1884, fines de su segundo y penúltimo gobierno, Guzmán Blanco contrató con Tovar y Tovar 7 lienzos de gran formato por la suma de Bs. 400.000. Por virtud de ese convenio, existen en el Salón Elíptico los murales de las batallas de Carabobo (21.10.1888); Boyacá (2.2.1895); Junín, de Antonio Herrera Toro, «al estilo de Tovar y Tovar» (1904); y Ayacucho, del mismo, pero ejecutado conforme al «boceto de Tovar y Tovar» (1906). La reacción contra el «Ilustre» (1889), impidió la colocación del lienzo sobre el Tratado de Coche, por considerársele glorificador de su persona y de las alegorías de la paz y el progreso que debían guarnecerlo. Durante el bienio del presidente Raimundo Andueza Palacio (1890-1892), el ingeniero Antonio Malaussena dirigió la colocación de una sobrecúpula traída de los Estados Unidos para proteger el lienzo de Carabobo, la instalación de la luz eléctrica y una remodelación del interior del cuerpo sur con inclusión de un nuevo proyecto de Urdaneta para ampliar los salones de sesiones y darles forma de hemiciclo. En noviembre de 1891, se habían invertido Bs. 832.866,66 y en febrero de 1892, los parlamentarios tuvieron que deliberar en el Palacio Federal. El 5 de julio de 1911, centenario de la Independencia, el patrimonio histórico del edificio se enriqueció con el Libro de Actas -del Congreso de 1811- y con el Tríptico Bolivariano, de Tito Salas. Esta pintura de 3 hojas se exhibe en el antiguo Salón del Gabinete del Palacio Federal, desde entonces Salón del Tríptico, y sus temas son: el Juramento de Bolívar en Romael Paso de los Andes y la Muerte del Libertador. En 1976, ingresó al Salón Elíptico el óleo de Tovar y Tovar Firma del Acta de la Independencia, el cual fue permutado al Concejo Municipal del Distrito Federal por el original de Juan Lovera, titulado de julio de 1811. El nombre de Capitolio suele aplicarse a todo el edificio y la mención del Palacio Federal ha quedado reducida al uso oficial. Desde hace algunos años, ese cuerpo norte es ocupado por oficinas del Congreso con la única y natural excepción del Salón Elíptico.

Tema relacionado: Patrimonio histórico y artístico de la Nación.

Autor: Manuel Alfredo Rodríguez
Bibliografía directa: Rodríguez, Manuel Alfredo. El Capitolio de Caracas, un siglo de historia del Palacio Legislativo de Venezuela, las batallas y los héroes de su pinacoteca. Caracas: Centauro, 1980;--. El Capitolio: guía del visitante e itinerario del Congreso. Caracas: Congreso de la República, 1973.
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