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Fuerzas Armadas

Inicialmente se usó la palabra milicia para designar el conjunto de personas que podían ser utilizadas para la guerra. En 1726, la Academia Española de la Lengua definió así el vocablo milicia: «El arte de hacer la guerra ofensiva y defensiva, y de disciplinar los soldados para ella». Significó también el conjunto de soldados o la gente que sigue la guerra, los cuerpos formados de vecinos de algún país o ciudad que se alistan para una campaña. Estas consideraciones nos indican que la palabra milicia se hallaba íntimamente ligada con todo lo que expresaba organización y constitución de un estado para la guerra y el modo de efectuarla. A partir del Renacimiento, la palabra ejército, olvidada por varios siglos, introdujo notable limitación al vocablo milicia. Dice José Almirante y Torroella que a fines del siglo XV y principios del XVI, cuando en Europa, y particularmente en España, empezó a aparecer el ejército permanente, se continuó la separación entre ejército y milicia, para quedar cada una de las 2 palabras como representantes de 2 ideas conexas en esencia pero divergentes y antitéticas en la forma y en la práctica. Lo que hoy llamamos ejército activo y ejército de reserva; tropa permanente, adiestrada y siempre lista para la acción; tropa, o mejor gente gratuita, suelta, sin la consistencia que da la fila, sin el aplomo que proporciona el ejercicio. Hay tratadistas que al seguir la idea de Almirante, dicen que la milicia se concibe independientemente de las ideas de paz y de guerra, mientras que ejército significaba tropa en estado de guerra. Esto no es terminante para la aclaración del asunto en discusión pues Napoleón Bonaparte llegó a emplear la voz milicia en el concepto que corresponde al vocablo ejército. Dice Esteban Bardin en su Dictionnaire de l'armée de terre que la milicia de un Estado comprende las fuerzas militares, las reservas, los veteranos, los guardias nacionales, municipales, provinciales y urbanos. Concluye el tratadista con la afirmación de que la parte activa de la milicia se llama fuerza armada. Al hablar de las Fuerzas Armadas de Venezuela consideraremos 5 períodos: Precolombino, Colonia (hasta 1810), Independencia (1810-1830), Nacional (1830-1900) y Contemporáneo (1900 a nuestros días). Los años que hemos propuesto para la determinación de los períodos son meramente referenciales, pues las fases por las cuales ha discurrido la evolución de las Fuerzas Armadas no pueden tener fechas precisas, indicativas de su comienzo y de su terminación. La división expuesta es solo para fines metodológicos. Convencionalmente se ha tomado el 19 de abril de 1810 como el final del período llamado Colonia y el comienzo del que se conoce como Independencia.

Precolombino

A falta de las referencias escritas abundan otras pruebas acerca de las actividades guerreras de los habitantes de Venezuela antes de la llegada del europeo; particularmente aquellas que hablan de la existencia de algo semejante a una fuerza armada desde el punto de vista institucional; es decir, hombres armados, con adiestramiento específico e integrantes de unidades, encuadradas estas en otras mayores. Entre dichas pruebas se cuentan las armas, las tácticas y las estratagemas; las banderas, los distintivos y los instrumentos musicales, así como las juntas de guerra, las asambleas y otros recursos de mando y coordinación. Si bien estas manifestaciones se produjeron ya en presencia del extranjero, no por ello les negamos valor para el período precolombino, porque la pericia y el adiestramiento demostrados eran indicativos de una actividad guerrera de no pocos años. Las armas (arco y flecha, lanza, macana y otras), confeccionadas y desarrolladas, inicialmente, para fines cinegéticos y defensa contra animales feroces, también pudieron ser empleadas en combates contra sus semejantes. Para el empleo eficiente de dichas armas Se formaron unidades. Había, por lo tanto, las de arqueros, de lanceros (guaiqueros) y otras, provistas de mazas, destinadas para el asalto. Hay referencias acerca del empleo, por los caribes, de ciertos artefactos de barro cocido, llenos de una substancia llamada por ellos anocú mafutiliqui (espíritu de mapurite). Era una especie de granada de mano que al fragmentarse, liberaba su contenido el cual además de su olor nauseabundo, tenía efecto paralizante. Su táctica era muy simple; no hay noticias acerca de la maniobra; pero sí sobre ardides y emboscadas. Eran diestros en mimetismo y ocultación. El empleo de banderas en los encuentros bélicos, es señal de la existencia de unidades. Los dibujos sobre la cara y el cuerpo identificaban el rango de los combatientes y la organización a que pertenecían. Los instrumentos musicales, además de su empleo en actos recreativos y rituales, servían para la transmisión de órdenes en el combate.

Siglos XVI-XVIII

Los conquistadores constituyeron las primeras fuerzas, con carácter de institución armada, que se observan en Venezuela durante la Colonia. No eran tropas regulares. Su carácter castrense provenía de las circunstancias de que estos hombres estaban provistos de armas (blancas y de fuego) y tenían la tarea implícita de combatir. Este conjunto de hombres, por lo general, recibía el nombre de hueste; voz empleada en toda la Edad Media y que en el siglo XV entró en desuso para dar paso al concepto ejército. El gobernador o adelantado, mediante capitulaciones, era investido de facultad para ejercer el mando de ellos para imponer leyes, credos y costumbres: esencia de la conquista. También cumplía el gobernador otras tareas complementarias como reclutamiento, construcción de cuarteles y obras de fortificación, seguridad en general y defensa contra ataques de los naturales y de fuerzas externas. Consumada la posesión del territorio, los conquistadores se transformaron en colonizadores, pero como debían defender sus personas, propiedades y los dominios de la Corona, tuvieron que mantener en su poder algunas armas y organizarse para estar en mejores condiciones de hacer frente a las agresiones que podían presentarse; superado el peligro, estas partidas se disolvían y sus integrantes retornaban a sus labores habituales. Tal conjunto de hombres armados recibió el nombre de milicias, que fue el sistema que imperó en Venezuela durante la Colonia. Los constantes peligros que amenazaban a los puertos y ciudades dieron gran importancia a estas fuerzas, las cuales adquirían aspecto militar regular mediante frecuentes ejercicios y paradas, y porque tenían organización militar. Las milicias se organizaban en compañías sueltas y batallones, para la infantería; escuadrones para la caballería; y compañías para la artillería; estas eran las unidades mayores conocidas en cada arma. A pesar de que los batallones y las compañías eran de organización uniforme (9 a 11 compañías el batallón y 60 a 100 hombres cada compañía), las diferencias étnicas y sociales existentes se hicieron sentir en lo militar para dar origen a unidades cuyas denominaciones por sí solas hablan de la variedad de sus milites integrantes: milicias blancas, milicias regladas de blancos, batallones de pardos, de morenos. El 20 de febrero de 1696 se reunieron en Caracas unos 600 hombres armados con el propósito de hacer frente a un ataque dirigido a La Guaira. Estos milicianos estaban repartidos en 6 compañías, de las cuales 3 eran de blancos, 2 de pardos libres y una de negros libres. Y también de indios había unidades de milicias cuya existencia forma parte de un proceso iniciado con el primer contacto del aborigen con el europeo que llegaba; un contacto pacífico en algunos casos, y de encuentros bélicos en los más; producto, estos, de la reacción instintiva de los naturales en defensa de sus personas, propiedades y cultura. San Pedro, La Quebrada, Maracapana y Guaire son algunos de los muchos combates entre los indios y los conquistadores. En la medida en que los españoles afianzaban su dominio en las tierras por ellos ocupadas, los indios asimilaban los conocimientos militares del conquistador, particularmente los relativos al manejo de las armas de fuego y al empleo del caballo. Los indios sometidos por el europeo fueron utilizados por este en sus campañas. Inicialmente, los servicios prestados por los naturales estuvieron circunscritos al campo de la logística: recolección de vituallas, transportación de suministros, mano de obra civil. Posteriormente, previo el adiestramiento correspondiente, formaron unidades de milicias, empleadas en acciones de combate y en la defensa de costas, ciudades y otras áreas importantes; así como en expediciones dirigidas al descubrimiento de nuevas tierras. El 9 de julio de 1745, el gobernador y capitán general de las provincias de Nueva Andalucía, Nueva Barcelona y Guayana, reunió en la plaza de armas del castillo de Santa María de la Cabeza (Cumaná) a los indios guaiqueríes de los pueblos de Nuestra Señora del Socorro y Altagracia y acuarteló sus 2 compañías para pasarles revista; asistieron a dicho acto 198 indios con sus carcajes de flechas y con armas de fuego algunos de ellos. El 12 de abril de 1797, los escribanos y demás depositarios de la fe pública de la ciudad de Caracas se agruparon para formar un cuerpo militar; este hecho prueba la gran variedad de unidades de milicias, su poca consistencia y su discontinuidad. En la petición elevada a la Real Audiencia, dicen los interesados que en caso de alarma debe suspenderse el despacho de los negocios forenses, que 4 escribanos bastarían para despachar las tareas más urgentes y que se forme un cuerpo con todos los escribanos, procuradores, tasadores y escribientes, los cuales se uniformarán y armarán a sus expensas. La petición fue aprobada; con los 102 aspirantes se formaron 2 compañías, cuyo capitán fue Rafael Diego Mérida.

En 1752, el gobernador y capitán general de Venezuela, brigadier Felipe Ricardos, propuso a la Corona la formación de un batallón de infantería para el servicio de pie fijo en la provincia de Caracas. En 1754, la Corona aprobó el plan, y el citado batallón fue creado. Este acontecimiento marca el inicio del ejército permanente de Venezuela. Tal unidad se conoce con el nombre de batallón de Caracas. Los oficiales para las unidades de las Fuerzas Armadas, algunos procedían de la metrópoli y los más eran nativos, formados en los batallones, a los cuales ingresaban en calidad de cadetes, a razón de 2 por compañía en las de infantería y uno en las de caballería y dragones. No había cadetes en las compañías de granaderos de los batallones de infantería, ni en las de carabineros, ni en las de caballería. Las ordenanzas establecían un sistema de selección muy riguroso; los que se recibiesen por cadetes debían ser hijosdalgo o cuyo padre fuese oficial con el grado de capitán como mínimo. La instrucción versaba sobre el estudio de las ordenanzas, conocimiento y mantenimiento del armamento individual, servicio interno, orden cerrado, elementos de orden abierto, disciplina y cortesía militar, vestuario y equipo y reglas de mando y subordinación. La clase de cadetes quedó extinguida el 17 de octubre de 1813, ya durante la Guerra de Independencia, por decreto emitido por Simón Bolívar; en su lugar fue establecida la de voluntarios. Muchos oficiales recibían su correspondiente despacho directamente en filas, sin el requisito previo de cadete.

Siglo XIX

El período de la Independencia está comprendido entre el 19 de abril de 1810 y el 31 de diciembre de 1830. En estos 20 años se halla, en su totalidad, la guerra de la emancipación y también aquellas acciones complementarias, destinadas a la consolidación de las instituciones. Esta empresa en favor de su soberanía fue iniciada por Venezuela con la misma fuerza armada que existía durante la Colonia, es decir, milicias en forma preponderante, buenas para el resguardo del orden público pero deficientes para operaciones de combate. En 1810, la Junta de Guerra propuso al Gobierno nacional un plan militar para la defensa y seguridad de la provincia de Caracas, entidad que comprendía la mayor parte de Venezuela. El plan exponía la perspectiva de Venezuela para su prosperidad, derivada de su posición geográfica y de los recursos existentes. Reconocía el documento citado que tales ventajas engendraban peligro, el cual podía ser neutralizado mediante un sistema de organización militar, cuya base era el servicio militar de pie fijo en el cual los ciudadanos debían sostener y defender la patria durante algún tiempo y pasado este, volverían a sus hogares a ocuparse de las tareas que antes ejecutaban. Los puestos dejados vacantes en las filas serían ocupados por otros ciudadanos. Es la primera acción conocida cuyo propósito era el reemplazo de las milicias por el sistema adoptado por todos los ejércitos: el servicio regular. Contemplaba el documento, además, la recomendación para la creación de 3 batallones de pie fijo (veteranos) de 5 compañías, de las cuales 4 eran de fusileros de 100 plazas y una de granaderos, de 80. En tiempo de guerra, estos batallones podían ser aumentados en sus efectivos y disminuidos en tiempo de paz. La creación de tales cuerpos liberaría a las milicias del servicio en las guarniciones y serían los primeros en tomar parte activa en las operaciones de combate. La organización aprobada por el Poder Ejecutivo preveía una academia para la formación de los oficiales del ejército, e igualmente el uniforme que usarían los cuerpos militares. El 18 de octubre del mismo año se hizo efectiva la organización aprobada por la Junta Suprema, cuando el secretario de Guerra ordenó la creación de 3 batallones, denominados 1°, 2° y 3°, los cuales tendrían como asiento las ciudades de Caracas, La Guaira y Puerto Cabello. En pleno proceso de organización, las Fuerzas Armadas de Venezuela llevaron a cabo las operaciones destinadas a la reducción de la ciudad de Coro, que se había pronunciado contra la decisión del 19 de abril de 1810. Esta campaña terminó en fracaso al no alcanzar las fuerzas gubernamentales los objetivos que se habían fijado. En agosto del mismo año se produjo el decreto de creación de una Academia Militar de Matemáticas cuyo propósito era el de proporcionar a los oficiales y paisanos conocimientos sobre las ciencias exactas, básicas para cualquier carrera que emprendiesen. Esta academia no llegó a funcionar, como tampoco las decretadas posteriormente en el curso de este período. Los oficiales tuvieron casi todos la misma formación, o sea la obtenida directamente en las filas. Desde el comienzo del período, las fuerzas estuvieron bien diferenciadas, en lo que a su ambiente se refiere: navales y terrestres. Las primeras incluían las unidades flotantes (buques) y las instalaciones de tierra. A partir de 1817 y como resultado de la conquista de Guayana, con lo cual se obtuvo el dominio del Orinoco, aparecen las llamadas fuerzas sutiles, constituidas por las naves y los hombres que debían operar en los ríos. De la misma época son los apostaderos instalados en el río Orinoco y una unidad de prácticos que funcionó en las bocas del mismo. Durante todo el tiempo de la Independencia, el Estado venezolano mantuvo operaciones de corso, destinadas al aumento del poder combativo de las fuerzas navales; de esta manera, marinos extranjeros, provistos de su correspondiente patente y a sus solas expensas, llevaron a cabo acciones contra naves españolas. Los corsarios constituyeron una fuerza auxiliar de gran utilidad en las actividades navales venezolanas. Las fuerzas terrestres recibieron el nombre de Ejército, el cual estaba integrado por hombres de las armas conocidas (infantería, caballería y artillería) y por el armamento, el equipo y las instalaciones. La unidad mayor, inicialmente, fue el batallón para la infantería, el regimiento para la caballería y la compañía para la artillería. El batallón fue de composición variable (5 a 9 compañías). El regimiento estaba organizado sobre la base de 2 escuadrones de 2 compañías de 50 hombres cada una. En febrero de 1815, el Libertador creó en Mompós (Colombia) un cuerpo de 450 hombres, destinados a la seguridad del jefe supremo; recibió el nombre de Guardia de Honor, y estaba integrado por una compañía de zapadores, una de granaderos, un piquete de artillería y un escuadrón de caballería. Esta unidad fue más tarde la base de la organización del Ejército de Operaciones, compuesto por divisiones y estas por brigadas. La brigada de infantería hizo su aparición en Venezuela el 12 de abril de 1817 cuando, por mandato del general de división Manuel Piar, los batallones Honor y Guayana fueron transformados en brigadas y puestas bajo el mando de los generales de brigada José Antonio Anzoátegui y Pedro León Torres. Meses después, la Guardia de Honor del Libertador se transformó en la llamada Primera Brigada de la Guardia cuyo comandante fue el general de brigada José Antonio Anzoátegui. Paralelamente con la división y la brigada se empleaba otra unidad, menor que esta y mayor que el batallón: la columna, de composición variable y sobre la base de un batallón de infantería. Es así como para 1818, durante la campaña del centro, el Ejército Libertador estaba organizado en 2 divisiones, 4 brigadas y una columna. Después de Boyacá (1819) nació la segunda brigada de la Guardia. Este mismo ejército combatió en Carabobo (24.6.1821), compuesto por 3 divisiones de infantería. La segunda y la tercera estaban organizadas sobre la base de las segunda y primera brigadas de la Guardia, respectivamente. La primera división de infantería (general José Antonio Páez) era fuerte en caballería (2 batallones de infantería y 7 regimientos de caballería). Tan pronto como se inicia el proceso independentista (1810), los indios fueron incorporados a las Fuerzas Armadas. Por su integración con los demás milites en la organización, escasean las referencias históricas acerca de su actuación bélica; no obstante pueden mencionarse algunos hechos sobre su participación como integrantes de unidades homogéneas: combate de El Punche (30.6.1816), entre el coronel José Tadeo Monagas y el teniente coronel Rafael López; batallas de El Juncal (27.9.1816) y San Félix (11.4.1817), libradas por el general Manuel Piar; el general José Antonio Páez narra algunas acciones con la intervención de este tipo de combatientes. Desde los primeros momentos de la lucha por la emancipación, los dirigentes venezolanos, políticos y militares, vieron la necesidad del concurso de combatientes extranjeros, destinados particularmente al adiestramiento de las nacientes Fuerzas Armadas nacionales. Como resultado de ello se hicieron presentes en Venezuela, oficiales e individuos de tropa y marinería, médicos y personal técnico, provenientes del exterior (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y otros). La cooperación de estos militares dio marcado impulso a las operaciones de combate de las fuerzas venezolanas, resultado del adiestramiento adquirido y de las nuevas organizaciones que se pusieron en práctica. El 24 de septiembre de 1817, por decreto del Libertador fue creado el Estado Mayor general del Ejército y el de las divisiones. Para la época existían las funciones propias de este cuerpo consultivo y de coordinación, pero no estaba organizado y carecía de la reglamentación correspondiente. Los servicios técnicos y administrativos eran desconocidos; sus tareas generales eran cumplidas por las mismas unidades de combate a través de un oficial superior. En los estados mayores divisionarios y de ejército había oficinas encargadas de tales funciones. El almacenamiento, la distribución y el mantenimiento del material de guerra estaba a cargo de las llamadas maestranzas, dependientes del oficial de artillería del Ejército. El armamento (armas, municiones, pólvora, herramientas y accesorios) procedía de Estados Unidos de Norte América y de Europa. Solo las lanzas y otras armas blancas eran producidas en el país. Igualmente el equipo, casi en su totalidad, tenía el mismo origen de las armas; así como gran parte del calzado y del vestuario, las medicinas y el equipo médico de cirugía. Uno de los rasgos distintivos de la acción de las Fuerzas Armadas durante las campañas de la Independencia fue su participación en la liberación de vastas regiones de América del Sur, llegando varias unidades hasta los actuales linderos de Bolivia y Argentina.

1830-1900: Se ha tomado 1830 como comienzo de este período por ser esta la fecha de la reconstitución individual de los 3 estados que formaron la gran República de Colombia, creada por Simón Bolívar el 17 de diciembre de 1819. Para Venezuela fue su renacimiento como Estado independiente. Para las Fuerzas Armadas, el inicio de una etapa de formación y de reorientación institucional. La proclamación de su condición soberana, hecha por Venezuela, impuso la tarea de integrar orgánica y definitivamente a las fuerzas castrenses dentro de las actividades de la naciente República. Los factores que mayor influencia tuvieron en este cometido fueron el ámbito geográfico donde se desenvolvería la institución y la misión específica de esta. Venezuela tenía que legislar para un territorio diferente, ahora menos extenso que aquel en el cual estuvo encuadrada y debía dar a su fuerza armada una misión cónsona con la nueva situación, pues al no haber ya pueblos por libertar, otra era su razón de ser: la defensa de la soberanía nacional y de la libertad de los ciudadanos, la seguridad de los poderes y la integridad de las instituciones. La primera decisión del Gobierno nacional fue la creación de 3 secretarías, una de ellas la de Guerra y Marina, al frente de la cual fue puesto el general de división Carlos Soublette. El despacho fue dividido posteriormente, en 2 secciones: una de Guerra y la otra de Marina. La primera la integraron un oficial mayor, 4 jefes (oficiales superiores) de secciones y 5 oficiales de número. La segunda, un oficial mayor y un jefe de sección. Cuando Venezuela hizo su pronunciamiento en 1830, la fuerza militar en servicio en sus 4 departamentos (Venezuela, Orinoco, Maturín y Zulia) era de 2 batallones de infantería de 8 compañías cada uno, 4 compañías sueltas de infantería, 7 compañías de artillería, 3 escuadrones de caballería y varios piquetes. Como esta fuerza era insuficiente para sostener la decisión que acababa de tomar Venezuela, el gobierno organizó, durante los meses de enero y febrero de ese año, un ejército bien provisto y capaz de rechazar cualquiera acción hostil. La vanguardia fue confiada al general en jefe Santiago Mariño, la derecha (Zulia) al general de división Francisco Esteban Gómez y la primera línea (Táchira) a cargo del general de brigada Judas Tadeo Piñango. El grueso, bajo el mando del general en jefe José Antonio Páez, quedó escalonado en El Tocuyo, Barquisimeto y San Carlos. Fue el primer despliegue estratégico del Ejército venezolano durante la segunda etapa de su existencia. La Constitución Nacional, sancionada el 22 de septiembre de 1830, contemplaba todos aquellos aspectos relacionados con las Fuerzas Armadas: misión, composición, atribuciones. Al referirse a la composición estableció sus 3 componentes: Ejército permanente, Fuerza Naval y Milicia Nacional. En acatamiento a lo señalado por la Constitución, el Congreso fijó la fuerza del Ejército (14.9.1830) en 3 batallones de infantería (Anzoátegui, Boyacá y Junín), 2 compañías supernumerarias de infantería, 6 compañías de artillería y un escuadrón de caballería. Los batallones quedaron constituidos por una compañía de granaderos, una de cazadores y 4 de fusileros. Para fines de 1830, el Ejército permanente ocupaba las posiciones siguientes: el batallón Anzoátegui en Caracas; el Boyacá, 2 compañías de artillería y el escuadrón de caballería, en Maracaibo; el batallón Junín en oriente; 2 compañías de artillería en Puerto Cabello, una en La Guaira y la otra en Guayana. Para la misma época los efectivos del Ejército eran 2.683 hombres, con armamento en buen estado. Por varios años los efectivos del Ejército se mantuvieron entre 2.000 y 3.000 hombres, fuerza que era determinada anualmente por el Congreso. En los casos de alteración del orden público o ante otras emergencias, el Ejecutivo Nacional recibía la correspondiente autorización del Congreso para aumentar la fuerza en la proporción que las circunstancias así lo dictasen. Para 1835, con ocasión de la Revolución de las Reformas, la movilización ejecutada elevó los efectivos del ejército a 9.409 hombres, incluidos los oficiales y pasada esta emergencia, las unidades organizadas con motivo de ella fueron desmovilizadas. El 1 de septiembre de 1846, la fuerza del Ejército fue decretada del modo siguiente: 1.734 hombres de infantería, 263 de caballería, 301 de artillería y 202 zapadores. La infantería quedó repartida en 3 batallones; la caballería formó un regimiento de 2 escuadrones; la artillería quedó organizada en una brigada de 3 compañías. Los 202 zapadores formaron un cuerpo compuesto de 3 compañías integradas, cada una, por 3 oficiales y 67 zapadores. Este fue el primer cuerpo del arma de ingeniería en Venezuela. El 30 de septiembre de 1846 fue organizada una brigada, la primera en su género en el período. Dicha gran unidad fue constituida por 2 batallones de infantería y una batería de artillería, esta última integrada por alumnos de la Academia Militar de Matemáticas. En 1866 el país fue dividido en 4 distritos militares: Oriente (Guayana y Barcelona); Centro (Aragua, Guárico y Carabobo); Occidente (Apure y Zamora) y Zulia (Zulia, Trujillo y Mérida). Esta división territorial reemplazaba la que había sido puesta en vigencia en octubre de 1863. En julio de 1896, el Congreso dispuso que, a partir del 1 de agosto de ese mismo año, la fuerza terrestre fuese dividida en 3 secciones: Guardia de Honor del presidente de la República, Ejército de Línea y Ejército Supernumerario. La Guardia de Honor estaría integrada por un batallón de infantería, uno de artillería y un escuadrón de caballería. El Ejército de Línea estaría formado por 9 batallones de infantería y una compañía de infantería de marina. Al Ejército Supernumerario lo componían uno y medio batallones de infantería de marina.

La evolución de la Marina fue más lenta que la del Ejército. En julio de 1830 se hizo la primera organización de esta fuerza, cuando fueron suprimidas algunas oficinas, manteniéndose los apostaderos de Puerto Cabello, Guayana y Maracaibo. En ellos se hallaban las naves de la Marina de Guerra, repartidas de la manera siguiente: en Guayana 2 balandras con artillería de grueso calibre y una caladora con un cañón de a 9; en Puerto Cabello una fragata, 2 corbetas, un bergantín, 2 goletas, una flechera y 3 cañoneras; en Maracaibo 2 goletas, 4 cañoneras, una balandra y 3 flecheras. Para mediados de 1831, el Congreso sancionó la Ley Orgánica de Marina, contentiva de todas las reglas que debían suplir a la ordenanza, mientras esta fuese objeto de las reformas necesarias. A esta ley siguió el decreto del Ejecutivo con la indicación de las dotaciones correspondientes a las naves de guerra. Para 1837 la fuerza marítima de la República era de un bergantín, 3 goletas, una balandra, 4 flecheras y 6 caladoras. Estos buques eran empleados, preferentemente, en tareas de resguardo. Once años más tarde, en 1848, la escuadra nacional contaba con 3 bergantines, 3 bergantines-goletas y 6 goletas, armados con 48 cañones de diversos calibres. Después de 32 años de vida independiente, Venezuela tiene que reconocer que carece aún de una marina capaz de proporcionar seguridad a su extenso litoral y a las importantes islas de su territorio. Esta situación fue planteada en el Congreso por el senador Andrés Level cuando afirmó que ello era debido a la inapropiada utilización de los fondos, pues eran en un resguardo marítimo en vez de emplearlos en una marina de guerra, organizada y dotada de acuerdo con su misión específica. En su intervención expuso la forma cómo debían hacerse las reformas del caso. Para 1859 ya la Marina de Guerra había alcanzado un nivel aceptable en lo que a poder de combate se refiere, pues su disponibilidad de unidades flotantes era de 2 vapores, 7 goletas, 2 pailebotes y 22 naves menores (balandras, piraguas y otras). Al final del período se habían producido notables mejoras, puestas de manifiesto por la superación del personal y de la calidad del material y del armamento.

Paralelamente con la evolución del Ejército y de la Marina, Venezuela contó con la milicia nacional, considerada como la reserva del ejército y complemento de la organización militar de la República. Decretada su organización el 2 de octubre de 1830, recibió como misión la defensa local y la de auxiliar y reemplazar la fuerza permanente. Fue dividida en activa y local. La primera se formaba por cantones y era de la responsabilidad de los gobernadores de las provincias; la segunda se formaba por parroquias, villas y ciudades. La ley que la organizó presentaba grandes dificultades para su cumplimiento; así lo manifestó el secretario de Guerra y Marina en la Memoria ante el Congreso en 1831, cuando la calificó de ilusoria e impracticable, porque ella no llenaba los objetos que se propusieron los diputados del Congreso. Agrega el secretario que la milicia nacional es la única fuerza de que se dispone para llevar a cabo una defensa eficaz, pues el Ejército permanente apenas basta para la defensa de plazas y áreas fortificadas. En 1837, esta fuerza alcanzó un efectivo de 66.993 hombres, de los cuales 6.533 correspondían a la activa. En 1882, con la promulgación del Código Militar, la milicia sufrió una modificación sustancial en su misión general y por ende en su organización; desde entonces se le llamó Ejército de Reserva. Gran importancia concedió el gobierno a las instituciones militares, destinadas a la formación de oficiales, y a la capacitación de estos y de los demás integrantes de la institución armada. El 14 de octubre de 1830 fue creada la Academia Militar dentro de la Escuela de Matemáticas que funcionaba en la Universidad de Caracas. Dice el decreto del Congreso que, ante la dificultad para el establecimiento de una Academia Militar en toda su extensión, por falta de profesores y de fondos, es indispensable echar las bases que aseguren la adquisición de los elementos que permitan la preparación de los alumnos en la diferentes ramas del arte militar. Desde aquel momento funcionó el instituto, con algunas soluciones de continuidad, hasta 1893. El 12 de diciembre de 1895, por decisión del presidente de la República Joaquín Crespo, fue creada la Escuela Militar de Artillería para la instrucción teórico-práctica del arma. El 22 de junio de 1899 se decreta otra Academia Militar, para educar convenientemente en las ciencias militares a los ciudadanos que deseen dedicarse a la carrera de las armas, pero este plantel no llegó a funcionar. Es probable que la causa de ello fueran los acontecimientos políticos de ese año. Con el advenimiento del siglo XX concluye un período de la historia de las Fuerzas Armadas de Venezuela, durante el cual los gobernantes hicieron cuanto estuvo a su alcance para hacer de ellas una institución armada bien organizada, equipada y adiestrada, capaz de cumplir eficientemente las funciones asignadas por la Constitución y las leyes. No se alcanzaron los objetivos propuestos, debido a varios factores, de los cuales descuellan por su importancia el económico y el de la inestabilidad política.

Siglo XX

En 1901 el Ejército contaba con una fuerza activa de 30 batallones de 300 hombres cada uno. Por su parte, la Marina tenía algunos buques, la mayoría en malas condiciones, pero ya para 1910 disponía de un crucero (Salom), 2 cañoneros (Miranda y Zumbador), un bergantín (Antonio Díaz) y un transporte (Zamora), todos en buenas condiciones. Para el mantenimiento de las unidades flotantes de la fuerza, fue puesto en operación un dique carenero en Puerto Cabello (28.8.1906), base del actual dique astillero. Para atender la formación de oficiales del Ejército, el gobierno decretó, el 4 de julio de 1903, la creación de la Academia Militar y el mismo día, la construcción del edificio en Caracas que sería la sede del referido instituto. La inauguración del edificio se llevó a cabo el 23 de mayo de 1907. En 1910 inició sus actividades la Academia Militar y con ella, una Escuela Náutica decretada como parte de los actos conmemorativos del centenario del 19 de abril de 1810. La Academia Militar permaneció en su edificio hasta 1949, cuando se trasladó a su nueva sede en El Valle (Caracas). En 1917 se inició la primera reorganización del Ejército con la formación de 3 brigadas de infantería, un regimiento de caballería, un regimiento de artillería de montaña y algunos batallones y compañías independientes. Cada brigada estaba constituida por 2 regimientos de 2 batallones cada uno. Fue la primera vez que Venezuela empleó el regimiento de infantería en los cuadros del Ejército. Posteriormente fueron creadas otras brigadas, hasta la cantidad de 9, en 1930.

En el ínterin fueron eliminados los regimientos de infantería; por consiguiente, quedaron las brigadas solo con sus batallones. El 17 de abril de 1920, fue creada la Escuela de Aviación Militar y adscrita a la Inspectoría general del Ejército. Fue instalada en Maracay el 19 de diciembre del mismo año y su inauguración se efectuó el 1 de enero de 1921. Seis días después llegó a Venezuela una Misión Militar de Aviación, contratada en Francia para tareas de asesoramiento y adiestramiento. La creación de este instituto constituye la base de lo que más tarde fue el Regimiento de Aviación Militar y hoy la Fuerza Aérea de Venezuela. El 4 de agosto de 1937 fue creada la Escuela del Servicio Nacional de Seguridad, el cual era un organismo que dependía del Ministerio de Relaciones Interiores, en lo administrativo y del de Guerra y Marina, en lo concerniente a instrucción y material de guerra (dotación, empleo y control). El paso siguiente fue su adscripción al Ejército, como un servicio de este y con el nombre de Guardia Nacional. Hoy constituye las Fuerzas Armadas de Cooperación, uno de los componentes de las Fuerzas Armadas, con misiones muy variadas que incluyen, entre otras, seguridad de puertos y aeropuertos, seguridad industrial, guardería de bosques y aguas, seguridad carcelaria, represión del contrabando y control del tránsito. El 18 de enero de 1938 fue creada la Escuela de Suboficiales y Clases de La Grita, la cual proporcionaría el personal para el cuerpo de alumnos de la Escuela de Aviación y para los cuadros de los batallones del Ejército. El 31 de agosto de 1938 fue creado el batallón Venezuela núm. 1, de tipo moderno, llamado a servir de modelo para los que se formarían en adelante, de acuerdo con el plan de reorganización del ejército que preparaba el Ministerio de Guerra y Marina. En septiembre de 1938, fue creada la Escuela de Aplicación para Oficiales y adscrita al batallón recién organizado. A esta unidad táctica le siguieron los batallones Caracas núm. 2 y Bolívar núm. 3, del mismo tipo que el Venezuela. De ese año es la creación del primer batallón de tanques habido en Venezuela: el Motoblindado Bermúdez. Entre comienzos de 1949 y finales de 1957, las Fuerzas Armadas alcanzaron el mayor desarrollo habido hasta entonces en su historia, tanto en organización, adiestramiento y equipamiento, como en capacidad operativa de combate. En el Ejército fueron creadas su Comandancia, la Escuela Superior, las escuelas de armas (Infantería, Artillería, Blindados, Caballería e Ingeniería), la Escuela de Servicios Técnicos y la Escuela Básica: esta última destinada a la instrucción conjunta de los cadetes de todas las fuerzas durante los 2 primeros años de su formación profesional. Para este instituto fue construido un edificio, el cual se había proyectado años antes cuando se construyó el de la Academia Militar, Se hizo una reorganización de los batallones de infantería y se crearon nuevas unidades. Los viejos cuarteles, dentro de las ciudades y con capacidad solo para 100 o 200 hombres cedieron paso a los grandes complejos llamados fuertes (Tiuna, Mara, Guaicaipuro, Paramaconi y otros). Igualmente, las Fuerzas Navales y Aéreas fueron dotadas de las unidades más modernas para la época, reorganizadas convenientemente y enmarcadas dentro de los planes de defensa de Venezuela. En este mismo lapso fueron construidos el hospital Central y el Círculo de las Fuerzas Armadas de Caracas y los de otras ciudades. La Guardia Nacional fue elevada a su condición de fuerza y dotada del material necesario para su operación, así como de las instalaciones para su alojamiento y adiestramiento. A partir de 1946 las Fuerzas Armadas contaron con el asesoramiento de una Misión Militar, contratada en Estados Unidos de Norteamérica, lo cual permitió un alto grado de organización, adiestramiento y eficiencia combativa de la institución armada. Entre 1958 y 1983, el Ejército tuvo otra reorganización, por divisiones y estas constituidas por brigadas, de composición variable y con representación de unidades de otras armas, además de la infantería que es la básica. Es la primera vez desde la Guerra de Independencia que aparece la figura táctica de la división. Las brigadas de hoy, las hay de infantería, de caballería, mecanizadas, de selva y mixtas. A las divisiones convencionales se sumó la de Selva integrada por una cantidad variable de brigadas y estas, a su vez, integradas por tropas especiales. Igualmente, en el mismo lapso, las Fuerzas Armadas, particularmente el Ejército, hicieron frente a las acciones de guerra irregular que tuvieron por teatro algunas áreas del país. Ello impuso la creación de unidades apropiadas para esta lucha: los llamados «batallones de cazadores», con el empleo de un equipo especial, el desarrollo de programas de adiestramiento, contentivos de los procedimientos tácticos capaces de neutralizar las operaciones de sus oponentes y algo de mucha importancia, el desarrollo de una doctrina de guerra antisubversiva en las Fuerzas Armadas, acostumbradas por muchos años a las operaciones de guerra convencional. Como consecuencia de esta nueva forma de guerra surgieron los centros de adiestramiento de cazadores y para la coordinación de las acciones tácticas, de servicio y de apoyo, fueron organizados los «teatros de operaciones». Con la incorporación de fragatas provistas de misiles, la Marina de Guerra ha dado un paso más hacia la conquista de la capacidad que persiguen los planes del ramo. Aparte de las naves de que dispone, esta fuerza cuenta con un personal debidamente adiestrado y con las instalaciones de tierra (bases, apostaderos, diques, cuarteles y otros) para el apoyo de sus operaciones. La Fuerza Aérea, igualmente, se halla hoy a la altura de las exigencias de la defensa nacional. Para las operaciones relacionadas con los teatros marítimo y aéreo, en conexión con el terrestre existen unidades especializadas, los infantes de Marina y los paracaidistas. Las Fuerzas Armadas cuentan con toda la legislación militar que les compete. La Ley Orgánica, el Código de Justicia Militar, la Ley de Servicio Militar Obligatorio, la Ley de Seguridad Social, entre otras, han sufrido periódicas revisiones para ponerlas a tono con las exigencias de la vida republicana de Venezuela.

La preocupación de los mandos militares no se limita solo a la búsqueda de la eficiencia combativa de las personas integrantes de las Fuerzas Armadas, sino que se extiende a su formación integral, en la cual, junto a las disciplinas atinentes a las ciencia y artes militares, se hallan la física, la química y las matemáticas; sin olvidar aquellas de orden humanístico, por ser de gran utilidad en la ilustración tanto científica como artística de los profesionales de las armas. La Dirección Sectorial de Educación, del Ministerio de la Defensa, es el organismo superior de las Fuerzas Armadas, responsable de todas las actividades relacionadas con el planeamiento, la supervisión, la coordinación y la evaluación de la educación. Cada una de las fuerzas dispone de sendas corporaciones (direcciones de educación), cuyas funciones contemplan, además, la ejecución de la instrucción; la cual es llevada a cabo por los institutos existentes. Dichos establecimientos docentes se corresponden con las 3 grandes ramas en que se hallan repartidas las personas por educar: oficiales, suboficiales profesionales de carrera y tropa. Los oficiales se inician en la vida profesional cuando egresan de una academia o escuela militar; planteles hoy de nivel universitario. Los oficiales, junto con el grado de subteniente o alférez de navío, obtienen el titulo de licenciado en la especialidad prevista por cada instituto. Las escuelas de armas (infantería, caballería, blindados, ingeniería) y la Escuela Técnica, en el Ejército, y las equivalentes en las otras fuerzas, se encargan de los estudios específicos de cada oficial. Todos culminan su adiestramiento en una escuela superior, en la cual reciben conocimientos de comando y estado mayor. Común para todas las fuerzas está el Instituto de Altos Estudios para la Defensa Nacional; este centro da cabida a funcionarios civiles con nivel universitario. Allí reciben los alumnos capacitación para encarar las más elevadas tareas relacionadas con la defensa nacional. Además de los centros docentes citados, la institución armada cuenta con el Instituto Universitario Politécnico de las Fuerzas Armadas Nacionales (Iupfan); extensivo a ciudadanos no militares. Tiene los pregrados siguientes: ingeniería (mecánica, eléctrica, electrónica, de sistemas, naval, aeronáutica y civil), enfermería y análisis de sistemas. Está prevista la formación de técnicos para la Armada en mecánica, electricidad, electrónica, naval y otros. Lleva a cabo cursos de postgrado en personal y mantenimiento. Igualmente, los suboficiales profesionales de carrera se gradúan en una escuela especial y completan su capacitación en escuelas de aplicación y técnicas. En la categoría de tropa existen los centros de adiestramiento de reemplazos y los centros de adiestramiento de cazadores, encargados de proporcionar instrucción básica a los individuos que han de llenar las vacantes que se producen periódicamente en las filas. Su adiestramiento específico es de la responsabilidad de las unidades en las cuales son encuadrados.

Temas relacionados: Armamento; Aviación; Capitulaciones militares; Defensa territorial; Escuela Militar; Fortificaciones; Grados militares; Huestes indianas; Marina de Guerra; Marina Real; Milicias; Uniformes militares.

Autor: Héctor Bencomo Barrios
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