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Guayana,   provincia de

Su origen se remonta a las jornadas de Antonio de Berrío, quien, en carta al Rey del 24 de mayo de 1585, dice que la región donde se encuentra El Dorado se llama Guayana, recorrida por él mismo. A partir de 1591 Berrío se anexiona la isla de Trinidad, dependiente de Santa Fe en lo político y jurídico, incluía también en su jurisdicción los territorios al S del Orinoco, en un área de límites imprecisos. Por real cédula de 1729, ejecutada en 1731, la provincia de Guayana pasó a depender en lo político y militar de la provincia de Nueva Andalucía; y en lo jurídico, de la Real Audiencia de Santo Domingo, separándosele la isla de Trinidad. El 4 de junio de 1762, fue de nuevo separada y erigida en comandancia general, adscrita al virreinato de Santa Fe; el 22 de septiembre de ese año, se le separó el territorio del Alto Orinoco para constituirse en comandancia general independiente. En 1766, ambas comandancias quedaron bajo la autoridad del gobernador y capitán general de Caracas en lo político y militar, y de la Real Audiencia de Santo Domingo en lo jurídico. El 5 de mayo de 1768, una real cédula ordenó la fusión de estas comandancias en una sola con carácter de gobernación, a cargo del capitán general de Caracas, con lo cual quedó dependiente de Santa Fe para los litigios gubernativos, y de Santo Domingo para los litigios comunes; situación que duró hasta el 15 de octubre de 1771, cuando recuperó su carácter de provincia dependiente de Santa Fe en lo jurídico y político. Sus límites eran: por el N, la ribera S del Orinoco, por el O, el alto Orinoco, el Casiquiare y el río Negro, por el S el río Amazonas y por el E el océano Atlántico. En 1777, la provincia de Guayana pasó a depender, en lo gubernativo y militar, del capitán general de Caracas. El 17 de diciembre de 1819, Simón Bolívar proclamó la República de Colombia, que quedó constituida por los departamentos de Cundinamarca, Quito y Venezuela, este último formado por las provincias de Caracas, Cumaná, Guayana, Maracaibo y Margarita. El 2 de octubre de 1821, en la nueva estructura político-territorial de la República de Colombia, la provincia de Guayana pasó a formar parte del departamento Orinoco, junto con las provincias de Cumaná, Barcelona y Margarita; tenía entonces unos 45.000 habs. En 1824, al ratificarse la división por departamentos, la provincia de Guayana contaba con 30.000 habs., aproximadamente. En 1826, el departamento Orinoco quedó constituido por la provincia de Guayana, a la que se le anexaron las de Apure-Barinas. Al separarse Venezuela de la Nueva Granada, en 1830, Guayana volvió a quedar como provincia autónoma con los cantones de Caicara, Piacoa, San Fernando de Atabapo y Upata. En 1832 tenía una extensión de 20.149 leguas cuadradas (111.000 km2) aproximadamente. En 1835, los cantones que la constituían eran: Angostura, Alto Orinoco, Bajo Orinoco, Río Negro y Upata, con un total de 69 parroquias. La población en 1854 era de 13.588 habs. La Ley de División Territorial de 1856 le segregó de su territorio a la provincia de Amazonas, con lo que los cantones que quedaron constituyendo la provincia de Guayana fueron: Alto Orinoco, Heres y Upata. En 1863 se declaró el Estado Federal Guayana, al triunfar la Revolución Federal; y en la Constitución de 1864, le fue confirmado esta nueva condición, desapareciendo como provincia.

Las primeras noticias sobre Guayana datan de 1516, cuando Juan Bono de Quejo, traficante de esclavos y aventurero, recorrió las bocas del delta orinoquense; fue esta la primera vez que se mencionó el nombre indígena del río: Huyaparí. Se empezaba a hablar por aquella época del «misterio de Trinidad», es decir, de la existencia de tierras y riquezas desconocidas hacia el interior del continente, cuya entrada era el río Orinoco. En 1532, Diego de Ordaz entró por el Orinoco, llegando hasta los raudales de Atures, después, internándose hacia el S, llegó, al parecer, hasta la sierra de Imataca, en un viaje que duró desde mediados de julio hasta mediados de septiembre de ese año; Ordaz llamó a esta región provincia de Carao. A su regreso, después de muchos contratiempos, se referirá a ella como Guayana, siendo esta la primera vez que aparece dicho nombre y el cual quedará ya para siempre. En 1535, Jerónimo de Ortal, lugarteniente de Ordaz, envió al Orinoco a Alonso de Herrera para que continuase la exploración de la región y encontrar la vía hacia el Meta y El Dorado; la expedición fue acosada por el hambre y los ataques de los indígenas, a consecuencia de uno de los cuales muere Herrera y la empresa es abandonada. En 1568, Diego Fernández de Serpa capituló con la Corona la gobernación de la Nueva Andalucía, que iba por la costa, en un cálculo errado que indicaba 200 leguas, desde la boca del río Marañón hasta Maracapana, y 300 leguas hacia el interior, en forma imprecisa. Serpa debía introducir 500 hombres, 100 labradores y sus familias; y el resto, soldados; quedaba obligado a poblar, abrir caminos y construir fortalezas; este intento inicial fracasó al morir Serpa poco meses después de su llegada. En 1576, Pedro Maraver de Silva intentó tomar posesión por segunda vez de su gobernación de la Nueva Extremadura, entrando por la costa atlántica al S del Orinoco, para llegar hasta el Meta; esta expedición fue totalmente aniquilada por el hambre, lo intrincado de la jungla y la hostilidad de los naturales, en algún lugar entre los ríos Esequibo y Orinoco. En 1583 y 1584, Antonio de Berrío heredó la gobernación de El Dorado, de Gonzalo Jiménez de Quesada, y salió de Santa Fe por el Meta y el Orinoco, a recorrer la región, en una primera expedición que llegó a la margen derecha de este último río, hasta la serranía de Parguaza. Berrío regresó en 1587 y erigió una ranchería en el sitio donde había llegado en su viaje anterior; fue este al primer asiento europeo en Guayana, que tuvo que ser abandonado por la oposición de los hombres de Berrío; este regresó en 1590 y recorrió extensas zonas de Guayana, durante varios meses, llegando hasta la sierra de Parima y estableciendo contactos tanto hostiles como amistosos con los indígenas de la región. En 1591 construyó un fuerte en el sitio de Morequito, a orillas del Orinoco, 2 leguas más abajo del Caroní, mudado 6 meses después al sitio de Carapana; saliendo por el delta, Berrío llegó a Trinidad, donde ese año fundó la ciudad de San José de Oruña como base para futuras expediciones hacia Guayana; desde allí envió a su lugarteniente, Domingo de Vera e Ibargoyen, quien, el 2 de abril de 1593, tomó posesión formal de la región en el sitio de San Miguel o Carapana, cerca del Caroní, siendo testigo el cacique Morequito. En 1595, posiblemente el 21 de diciembre, festividad de Santo Tomás Apóstol, Berrío fundó la ciudad de Santo Tomé en el sitio de Morequito. En 1596 llegó Vera e Ibargoyen, procedente de España con más de 2.000 hombres, varios barcos y pertrechos para proseguir la campaña de Trinidad, Guayana y El Dorado, en la expedición más grande que llegara a Tierra Firme, la cual fracasó por la dureza de las condiciones naturales y la hostilidad de los caribes. Vera volvió a internarse, esta vez llegando hasta el río Esequibo, límite de la jurisdicción de Santo Tomé. En 1597 murió Antonio de Berrío, quedando como heredero de la gobernación su hijo Fernando, quien, en 1598, decidió trasladar la nueva ciudad, a más de 30 leguas del Caroní, a orillas del Usupamo, en el lugar llamado hoy Los Castillos. Santo Tomé fue durante muchos años obstáculo para ingleses, franceses y holandeses, quienes, a pesar de llevar a cabo intercambios comerciales, no pudieron instalar enclaves a orillas del Orinoco. En 1613, Sancho de Alquiza fue enviado desde Santa Fe como juez de residencia ante Fernando Berrío, acusado de llevar a cabo actividades comerciales ilícitas; Alquiza incursionó por las riberas del Mazaruni y el Corentín, donde destruyó unos fuertes de ingleses y holandeses, respectivamente; estos últimos se instalaron entonces a orillas del Esequibo. En 1617, Walter Raleigh regresó a Guayana, ocupando primero San José de Oruña y enviando a atacar Santo Tomé, a su lugarteniente Lawrence Keymis y a su propio hijo Walter, quien murió durante el combate. En 1619, Berrío volvió a quedar al frente de la gobernación, hasta su muerte en 1629; ese año, Santo Tomé fue destruida por el holandés Adrián Janszoon-Pater; la ciudad tenía ya 140 casas, iglesia y convento. En 1637, fue destruida nuevamente, lo cual motivó su traslado en 1638, 3 leguas río arriba de la desembocadura del Caroní. Sin embargo, en 1639 fue de nuevo asaltada por holandeses aliados con indios caribes; era este el inicio de una insurrección caribe que, junto con los extranjeros o independientemente, iba a durar más de un siglo. En 1642, Martín de Mendoza y Berrío quedó a cargo de la gobernación, mudando de nuevo Santo Tomé a orillas del Usupamo, fortificándola. También decidió fundar un puerto, a medio camino entre aquella y el Meta, para lo cual envió al capitán Juan de Ochoa Gressala y Aguirre, quien estableció el puerto y ciudad de Cabruta, en el margen izquierdo del Orinoco, con el nombre de Triunfo de la Cruz de la Nueva Cantabria y construyó un fuerte en Moitaco.

En 1648 fue firmado el Tratado de Münster, que, entre otras cosas, establecía el río Esequibo como límite entre las posesiones españolas y holandesas. En 1658, la capital de la gobernación fue trasladada a San José de Oruña, en Trinidad, ya que Santo Tomé seguía siendo apenas un emplazamiento fortificado aislado y remoto; Cabruta quedó entonces despoblada. En 1662, un jesuita francés, Dionisio Mesland, fundó 2 misiones, que no prosperaron. En 1664, Santo Tomé fue arrasada otra vez por piratas ingleses y los españoles tuvieron que ser auxiliados por los holandeses, enemigos políticos, pero sus aliados en el comercio ilícito de la región. En 1687, llegaron los capuchinos catalanes a Guayana y con ellos se inició un verdadero e ininterrumpido proceso de poblamiento. En 1694, se construyó la fortaleza de Angostura para defender la entrada por el Caroní. En 1718, fueron fundadas las misiones del Caroní de los capuchinos catalanes; en 1720, llegan los jesuitas y en 1721 los franciscanos observantes. Amparados por una real cédula de 1706, los misioneros iniciaron la creación de hatos y haciendas para la manutención de los pueblos. A partir de 1731, durante el gobierno de Carlos Sucre, los misioneros empezaron a poblar con la ayuda de escoltas armadas, sin embargo, los ataques de piratas e indígenas continuaron y Santo Tomé sería arrasada varias veces más. Todo esto hizo que los frailes, ante la falta de europeos, organizaran grupos de indios chaimas, guaraos y palenques para la defensa de los pueblos de misión. En 1734 las 3 órdenes -capuchinos catalanes, franciscanos observantes y jesuitas- se distribuyeron el territorio de Guayana en el acuerdo llamado de La Concordia, que tuvo lugar en Santo Tomé; con él se organizó aún más el proceso poblacional de la provincia. En 1744, el padre Manuel Román llegó hasta Brasil, a través del brazo Casiquiare y el río Negro, y también por esa época el padre José Gumilla introducía el cultivo del café a orillas del Orinoco. El territorio de Guayana empezó entonces a experimentar la penetración holandesa, que rebasó las riberas del Esequibo, llegando a amenazar las posesiones españolas en el Caura y el Cuyuní, logrando destruir en 1750 las misiones capuchinas de esa zona. En 1754 llegó la expedición de José de Iturriaga, José Solano y Bote, Eugenio de Alvarado y fray Antonio Caulín, para establecer los límites de las posesiones españolas y portuguesas en el río Negro. Para ese momento, las misiones eran mucho más prósperas que la capital de Guayana y los caribes estaban en proceso de pacificación; los capuchinos catalanes poseían incluso forjas y herrerías. Iturriaga entró en conflicto con los misioneros.

En 1764, Solano hace trasladar la capital al sitio de Angostura, fundación que lleva a cabo Joaquín Moreno de Mendoza. Desde 1766 fue gobernador de Guayana Manuel Centurión, quien emprende de inmediato una nueva etapa del poblamiento de Guayana, en una ofensiva destinada a recuperar los territorios del interior que estaban siendo invadidos por los holandeses. No tardaron en presentarse conflictos con los religiosos, debido a que en la nueva administración implantada por Carlos III, se contemplaba la desaparición de muchos de los privilegios de que gozaban aquellos, disponiendo al mismo tiempo que el control de los pueblos pasaría a manos del gobernador civil, quien debía proceder a nombrar corregidores y a recaudar el tributo debido a la Corona. En 1767, los jesuitas fueron expulsados y los pueblos fundados por ellos fueron entregados a los franciscanos. Según las relaciones misionales, Guayana contaba entonces con 32 pueblos y 8.261 habs. Este conflicto fue resuelto en 1774, a favor de los misioneros, quienes conservaron la autonomía jurídica en sus respectivas jurisdicciones. En 1776, cuando cesa el mandato de Centurión, se habían fundado 20 pueblos más e incrementado las artesanías y el comercio regular; Centurión había sido partidario del libre intercambio entre provincias y otros países, además de con España. En 1777, la provincia fue autorizada a comerciar libremente con los franceses y Angostura dejó de ser un villorrio para convertirse en ciudad; en esta época tenía ya templos, escuelas, castillo y murallas. En 1790 fue creada la diócesis de Guayana que en 1797 tenía 16.140 habs. y 30 pueblos. Cuando -en 1800- Alejandro de Humboldt hace su recorrido por los ríos Orinoco, Atabapo, Caroní y Barima, hasta el río Negro, observa que Guayana es realmente la provincia más remota de la América española. En 1811, las misiones eran con mucho las empresas más prósperas: poseían más de 200.000 cabezas de ganado vacuno, 80.000 de caballar y una riqueza de más de 3.000.000 de pesos oro; las haciendas cosechaban maíz, tabaco, arroz, trigo, café, había salazones de carne, fraguas y herrerías. Cuando en la provincia de Caracas se firmaba el Acta de Independencia, Guayana opuso resistencia a la insurrección y su Cabildo se declaró fiel a la Regencia; las misiones y su influencia fueron parte fundamental de esta posición. En 1814 los holandeses vendieron a los ingleses sus posesiones en el Esequibo, Demerara y Berbice, consolidándose así los intereses británicos en la región. En 1817, los patriotas, al mando de Manuel Piar y Manuel Cedeño, tomaron Caruachí y Upata, matando poco después a los misioneros apresados, acusándolos de traición. Con la derrota de Miguel de la Torre en San Félix (11.4.1817), la resistencia realista en Guayana llegó a su fin y Angostura se convirtió en el cuartel general de los patriotas. Ese año fue fusilado allí Piar, a raíz de su insurrección. El 30 de octubre se creó el Consejo de Estado y el 5 de noviembre el Consejo de Gobierno. El 27 de junio de 1818 salió a la luz el primer número de El Correo del Orinoco, que jugaría un papel fundamental en la guerra ideológica que se llevaba a cabo simultáneamente con los encuentros armados. El 15 de febrero de 1819 se reunió el Congreso de Angostura, y de aquí saldría la campaña que culminó con la batalla de Boyacá y la libertad de la Nueva Granada. Entre 1834 y 1840, el prusiano Robert Schomburgk, científico comisionado por el Gobierno británico, trazó una línea divisoria entre Venezuela y las posesiones inglesas; esta frontera arbitraria iba desde la desembocadura del Amacuro en el Orinoco, hacia el S, por el Aunama y el Cuyuní y llegaba al Roraima y la sierra de Pacaraima. El Gobierno británico procedió a comunicar a los gobiernos de Brasil, Colombia y Venezuela que aquella región pasaba a ser parte de los territorios del Esequibo, iniciándose así un largo proceso de discusiones con miras a solucionar la situación. Cuando -en 1864- la provincia de Guayana fue declarada estado federal, Inglaterra alegaba aún el derecho de conquista sobre aquellos territorios, lo que será una de las causas de la ruptura de relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Venezuela y Gran Bretaña en 1887. En 1843 se iniciaron las conversaciones con Brasil para delimitar las fronteras, firmándose en Caracas, en 1852, un primer tratado que no fue reconocido por el Ejecutivo nacional. En 1859, se firmó un segundo tratado que resolvió tomar como límites entre ambos países la divisoria de aguas entre los ríos Amazonas y Orinoco. Las tareas de demarcación, que se iniciaron en 1879, se han interrumpido varias veces, continuando en la actualidad.

Temas relacionados: Guayana, estado; Venezuela, territorio de.

Autor: Alvaro García Castro
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