San Cristóbal (Edo. Táchira) 30.8.1903 —
Caracas 4.11.1959
Poeta, periodista y político. Hijo de Manuel Salvador Rugeles y Ana Rita Cacique. Hizo sus estudios de instrucción primaria en el colegio Alemán de su ciudad nativa y los de educación secundaria en el liceo Simón Bolívar de esta misma localidad, donde obtuvo el título de bachiller, completando su formación a través del estudio autodidacta. Cultivó las bellas letras y el periodismo y es considerado como uno de los poetas de la Generación de 1918. A consecuencia de algunos trabajos críticos al régimen del general Juan Vicente Gómez, que publicó en el diario marabino Excelsior, del cual era jefe de redacción, fue hecho preso y encerrado en el castillo San Carlos del Zulia y, en 1929, salió exiliado a Colombia. En Bogotá fue secretario de Eduardo Santos, fundador y director del diario El Tiempo, quien más tarde sería presidente constitucional de Colombia. En 1936, Rugeles regresa a Venezuela y desempeña, entre esa fecha y 1945, los cargos de secretario del ministro de Hacienda, diputado a la Asamblea Legislativa del estado Táchira, director de la revista El Agricultor Venezolano, director del diario Crítica, director de gabinete del Ministerio de Agricultura y Cría, director de gabinete de Hacienda y director de la Oficina Nacional de Prensa. Secretario de la delegación venezolana ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington (1948), fue consejero cultural de la Embajada de Venezuela en Buenos Aires. En 1953 fue director de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación y director de la Revista Nacional de Cultura (1953-1957). En los últimos años de su vida fundó y dirigió una revista para los niños con el nombre de Pico-Pico. Es autor de las siguientes obras poéticas: Cántaro (1937), Oración para clamar por los oprimidos (1939), La errante melodía (1942), Aldea en la niebla (1944), Puerta de cielo (1945), Luz de tu presencia (1947), Canto a Iberoamérica (1947), poema premiado en los Juegos Florales Interamericanos, organizados en México por la Unión Femenina Iberoamericana, el 12 de octubre de 1947, Memoria de la tierra (1948), Coplas (1947), ¡Canta pirulero! (1950), Cantos de sur y norte (1954), que mereció el Premio Nacional de Literatura de ese año, y Dorada estación (1961), publicado después de su muerte.