El sarrapio o yape es un árbol de gran porte, que alcanza entre 25 y 30 m de altura, de una madera dura muy valiosa. Su mayor valor económico, sin embargo, proviene de su fruta (Coumarona punctata), una drupa de forma alargada y pulposa, de cuya almendra se obtiene la cumarina utilizada en la perfumería y para aromatizar ciertos tipos de tabacos. Los sarrapiales de mayor calidad se ubican en la cuenca del bajo Caura, en la Guayana venezolana. La exportación de la sarrapia aparece registrada estadísticamente por primera vez en 1847. Su ciclo económico se extiende, sin embargo, desde la década de 1890 hasta 1950, aproximadamente, alcanzando su mayor auge en 1942, con una producción de 784 t, por un valor de Bs. 4.648.962. Ciudad Bolívar fue el sitio de mayor comercio del producto. Desde fines del siglo XIX, las casas comerciales Dalton y Cía., y Blohm y Cía., financiaban las cosechas a través de intermediarios. La cosecha de la sarrapia se realiza recogiendo del suelo la fruta madura, sacando las almendras del endocarpio, una a una, mediante un golpe de piedra; la caída de la fruta debe ser espontánea, la temporada de la recolecta se extiende desde finales de enero hasta abril de cada año. Se necesita recoger y «pisar» a mano de 350 a 400 frutas para, con sus almendras, obtener 1 kg de sarrapia. La almendra tiene que ser secada cuidadosamente a la sombra hasta que cobre el color marrón bruno oscuro y adquiera sus características arrugas por haber botado toda su humedad. Luego, para asegurar su almacenamiento, es necesario someterla a un proceso de cristalización en alcohol, proceso que se realizaba en Trinidad, a cargo de la firma Dalla Costa y Cía. Un antiguo dicho popular guayanés establecía que «una fibra de sarrapia valía una fibra esterlina». De hecho, la sarrapia venezolana, durante muchos años, fue comprada por la American Tobacco Company para ser utilizada en la fabricación del cigarrillo «Lucky Strike». Localmente, la almendra se utilizaba también, en ínfima escala, para la preparación de ciertos brebajes aparentemente curativos del estómago y para embrocaciones antirreumáticas. La comercialización de la sarrapia, en la época de su mayor auge, fue objeto de virtuales monopolios. El general Juan Vicente Gómez, en particular, mostró especial interés en su explotación. Después de la Segunda Guerra Mundial, el mercado de la sarrapia decayó gradualmente. Sin embargo, la exportación del fruto se ha mantenido, y desde 1983 se ha podido notar un repunte en los precios del mismo.
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