Isnotú (Edo. Trujillo) 25.10.1864 —
Caracas 29.6.1919
Médico, científico y filántropo de profunda vocación religiosa. Hijo de Benigno Hernández Manzaneda y de Josefa Antonia Cisneros Mansilla. Recibió su instrucción primaria en su pueblo natal. En 1878, viajó a Caracas para terminar sus estudios en el colegio Villegas. En 1884, se inscribió en la Universidad Central de Venezuela para cursar la carrera de medicina y recibió el título de doctor el 29 de junio de 1888. Se radicó en Isnotú hasta el 30 de julio de 1889; luego, por recomendación de su profesor Calixto González, obtuvo una beca para estudiar en París y traer a Caracas equipos para los laboratorios del hospital Vargas; permaneció en la capital francesa desde 1889 hasta 1891, trabajando con Mathias Duval en microscopía, embriología e histología; con Charles Richet estudió fisiología y con Isidore Straus bacteriología. De regreso a Caracas, en 1891, fue designado catedrático de Histología Normal y Patología, Fisiología Experimental y Bacteriología en la Universidad Central, fundando la primera cátedra de Bacteriología del país. Como iniciador de los estudios experimentales, ha sido considerado uno de los pioneros de la medicina moderna en Venezuela. Repartió su vida entre la docencia, el ejercicio profesional y las prácticas religiosas. Miembro fundador de la Academia de Medicina en 1904. Sus publicaciones científicas no fueron muy abundantes. En 1906, apareció Elementos de bacteriología, primer texto de esta materia publicado en Venezuela; en Sobre la angina de pecho de naturaleza palúdica describió, por primera vez en el mundo, esta afección, así como su correcta patogenia. Trabajó sobre el recuento globular, la bilharziosis, nefritis amarílica y terapia de la tuberculosis por el aceite de chalmoogra. En 1912, publicó Elementos de filosofía. Tocado por la vocación religiosa, ingresó durante 10 meses, en 1908, en la cartuja de Lucca (Italia). En 1913, ingresó en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma, para seguir la carrera sacerdotal, pero tuvo que abandonar el intento por motivos de salud, y regresó a Venezuela. Murió atropellado por un automóvil en Caracas al bajarse de un tranvía. Su fama como médico, sus virtudes y su vocación religiosa impactaron poderosamente la opinión popular venezolana. Objeto, desde su muerte, de un auténtico culto, su pueblo natal se convirtió en un sitio de peregrinaje. En 1949, se abrió en el Vaticano el proceso de su canonización, habiéndosele concedido, en 1985, el grado de «venerable», penúltima categoría antes de la de «santo». Sus restos son venerados en la santa iglesia de la Candelaria de la ciudad de Caracas.