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Salud

Siglos XVI-XVIII

La sanidad, entendida como medicina preventiva, comenzó en el siglo XIX. Por consiguiente, parecería que no debería poder aplicarse este concepto a una época como la colonial; sin embargo, contrariamente a lo sucedido en las colonias anglosajonas o francesas del norte de América, las cuales solo tardíamente registraron una política sanitaria, las posesiones españolas del Nuevo Mundo se beneficiaron de la transculturación sembrada por España en sus tierras de ultramar, en este caso de algunas prioridades de ella con respecto al resto de Europa, como fueron, por ejemplo, la obligatoriedad de la vacuna antivariólica y la universalización de la misma, y la institución del Protomedicato. Ya las Leyes de Indias contenían considerable número de disposiciones médico-sanitarias; entre otras, lo referente a médicos y cirujanos, higiene urbana, asistencia hospitalaria, regulaciones sociales, etc. En síntesis, las primeras manifestaciones de este tipo arrancan del régimen colonial español, pues si en realidad pudo haber prácticas higiénicas entre los aborígenes, lo cierto es que, por lo menos en Venezuela, estas no lograron interesar a sus conquistadores ni fueron recogidas por los historiadores.

La conquista y la colonia produjeron profundas transformaciones; quizás una de las más importantes consistió en el cambio operado en las condiciones demográficas con la introducción de enfermedades enteramente nuevas para los aborígenes. El comercio marítimo y sobre todo la trata de negros difundieron desastrosas epidemias; consecuentemente, se adoptaron medidas defensivas y de ese modo, por la vía de la lucha antiepidémica y en época temprana, fue como empezó a cobrar forma el desarrollo de la sanidad venezolana. La viruela, por razones obvias, fue la causa primera y contra ella se dictaron disposiciones urgentes, variadas y drástica: examen de inmigrantes y cargamentos; cuarentenas; aislamiento en degredos u hospitales; cordones sanitarios; denuncia, desinfección y variolización. Desde 1611 se establecieron en La Guaira las inspecciones sanitarias a los barcos y a partir de 1671, dichas inspecciones fueron realizadas por médicos de Caracas comisionados al efecto; la inspección era más severa en el caso de los buques negreros; es posible que el nacimiento de la sanidad marítima en Venezuela se remonte a estos hechos. Las cuarentenas eran tan rígidas que, a veces, se obligaba al navío a retirarse sin que hiciera contacto alguno con tierra. En el mismo siglo XVII se acudió al aislamiento, mediante los cordones sanitarios y los degredos; estos últimos, circunstanciales, con miras a la protección de las ciudades y no con carácter de curación de los enfermos. El degredo de Aragua y el cordón sanitario entre Caracas y La Guaira, con motivo de la epidemia de viruela de 1692-1693, constituyen ejemplos ilustrativos. Con el tiempo los degredos fueron perfeccionados, según puede deducirse de las recomendaciones elevadas por José Domingo Díaz en 1803 ante el gobernador y capitán general. En el siglo XVIII, fueron introducidos la denuncia obligatoria de los enfermos y la variolización; esta última la introdujo en Caracas, en 1769, el médico canario Juan Perdomo Bethencourt. En materia de tuberculosis, la opinión contagionista arraigó de manera tan profunda que las medidas de profilaxia comenzaron en las provincias venezolanas desde 1698, antes del edicto de Fernando VI (1756), por medio del cual se reconoció oficialmente la noción del contagio de dicha enfermedad. En el hospital de San Pablo en Caracas y en los principales hospitales del interior existía el «cuarto de los éticos». Según José Ignacio Baldó, el comienzo de la lucha antituberculosa oficial en Venezuela coincide con el «Bando de Buen Gobierno», dado en Caracas por el gobernador de la provincia Juan Guillelmi en 1795, en el cual se establecía la obligación de que los médicos y cirujanos denunciaran de inmediato los pacientes de tuberculosis que fallecieran a fin de tomar las providencias convenientes. Por otra parte, como manifestaciones incipientes del movimiento sanitario venezolano, hay que citar el aseo de calles y plazas, la instalación y protección de las acequias, la vigilancia de los expendios de carnes y las carnicerías. Aunque la ciudad de Caracas tuvo agua limpia distribuida por cañerías a partir de 1600, al obispo Antonio González de Acuña se debe el establecimiento del primer acueducto integrado (1675-1676). En cuanto al aseo general de las poblaciones, cabe citar las Instrucciones dictadas en 1772 por el gobernador de Guayana, Manuel Centurión, para la capital de esa provincia.

Durante la época colonial no hubo un organismo específicamente dedicado a velar por la salud pública. Las circunstancias obligaron a los ayuntamientos a ocuparse del asunto, aun cuando ello no figurase en sus atribuciones. Al principio, enfrentaron las emergencias epidémicas; después fueron interviniendo cada vez más en los problemas de salud en las comunidades, aunque de una manera intermitente, más bien irregular. En verdad, existieron ordenanzas reales en materia de higiene urbana, pero sea como fuere, los cabildos asumieron disposiciones de policía sanitaria. Destaca el papel especial que en la historia médico-sanitaria tuvo el Cabildo caraqueño, en cuyo seno asomaron las primeras manifestaciones en favor de la regulación del ejercicio profesional y por otra parte, surgieron las actividades iniciales relacionadas con la salud pública. La asistencia hospitalaria apareció precozmente a fines del primer tercio del siglo XVI en Cubagua (1532) y Coro (1534). En Caracas, el hospital pionero fue el de San Pablo, en 1602, que luego se convirtió jerárquicamente, en el principal. El mayor número de hospitales estuvo durante esta época en la capital de la provincia, existiendo para todo el territorio venezolano un total de 25. Los hospitales fundados por los poderes públicos fueron muy pocos; casi todos debieron su origen a donaciones (mandas) piadosas hechas por particulares a la Iglesia, que las administraba y controlaba. En términos cuantitativos y cualitativos la asistencia hospitalaria fue deficiente. En realidad, fueron hospitales más bien rudimentarios, sin edificios construidos adhoc, con escaso personal y sin presupuestos fijos. No hubo una dependencia oficial encargada de la programación, dirección y administración de hospitales. El único intento centralista y normativo ocurrió en 1768 al nombrarse el mayordomo del hospital de San Pablo (Caracas), como asesor del gobierno de la provincia en dicha materia. Legalmente, se regían por las normas del Patronato Real. Durante casi todo el período colonial la influencia de la Iglesia fue preponderante, de tal manera que no fueron pocas las disputas suscitadas en esa materia entre autoridades civiles y eclesiásticas. En 1776, al fundarse la Intendencia de Ejército y Real Hacienda, los hospitales quedaron bajo su responsabilidad. Económicamente, la base fundamental de las rentas consistió en el noveno y medio de los diezmos. La doctrina o filosofía de los centros hospitalarios se basaba en el sentimiento de la caridad cristiana, instituciones en las que solo se recibían pobres de solemnidad.

En Caracas, solo después de instalada la enseñanza universitaria de la medicina (1763), los hospitales locales sirvieron para las prácticas docentes. Estas entidades no progresaron durante la etapa a que nos referimos porque no existió, propiamente, un clima científico, a lo cual se agrega la penuria extrema a que estuvieron sometidos, la carencia de personal y la ausencia de un órgano coordinador central. Ambiente verdaderamente propicio al progreso sanitario no lo hubo sino a fines del siglo XVIII, vale decir, cuando ya tocaba a su fin el régimen colonial. Se produjeron entonces, sucesivamente, en el curso de 40 años, la creación de la cátedra de Medicina en la Universidad Real y Pontificia, el establecimiento del Real Protomedicato y de la Medicatura de ciudad y la creación de la Junta Central de la Vacuna, todo ello en Caracas. Por consiguiente, es en esta etapa final cuando se acentúan las manifestaciones de carácter sanitario y se echan las bases de la salud pública en Venezuela. La creación de los estudios médicos (1763), debida a Lorenzo Campins y Ballester, significó la confirmación científica de la medicina que, desde entonces, asumió su legítimo puesto entre el concierto de las profesiones liberales en Venezuela, El Protomedicato (1777), fundado por el mismo Campins y Ballester nació, por una parte, a causa de la necesidad de apuntalar la cátedra de Medicina y por la otra, a fin de combatir el preponderante intrusismo médico; asumió el papel médico-sanitario que había venido desempeñando el Cabildo caraqueño, pero con mayor amplitud. En síntesis, se ocupaba de todo lo relativo a los problemas sanitarios, al ejercicio profesional y a la actividad de las boticas. El Protomédico era a la vez el profesor de medicina en la Universidad, de donde puede inferirse la influencia que ejerció en la enseñanza. En su carácter de tribunal desempeñaba función jurídica, con el encargo de sentenciar en todos los asuntos contenciosos relacionados con el ejercicio de la medicina. Era también el que autorizaba el ejercicio profesional de los médicos recién graduados por la universidad. Encarna en realidad antecedente de la Facultad de Medicina y del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, la primera institución oficial de carácter médico-sanitario que existió en territorio de la actual Venezuela. Su radio de acción no era total, pues cubría únicamente la provincia de Venezuela. Antes de que llegara a su fin el sistema colonial, tuvo lugar en 1802 la fundación de la Medicatura de ciudad en Caracas, en la cual sobresalió José Domingo Díaz; también ocurrió la llegada, en marzo de 1804, de la Expedición de la Vacuna encabezada por Francisco Javier Balmis; ello, aunado a la Junta Central de la Vacuna, establecida a raíz de esa expedición, representa la culminación del proceso histórico de los orígenes de la sanidad. La Medicatura de ciudad se ocupaba de la atención gratuita a los pobres de solemnidad, del derecho de policía sanitaria y de la lucha epidemiológica. Las visitas de sanidad las practicaba José Domingo Díaz en la aduana de La Pastora y cuando era preciso, se trasladaba a La Guaira. La Junta Central de la Vacuna, instalada el 28 de abril de 1804, fue resultado de la Expedición de Balmis a su paso por Venezuela. Entre el personal facultativo figuraron: Felipe Tamariz, José Domingo Díaz, José Joaquín Hernández, Vicente Salias, Santiago Limardo y José Justo Aranda (cirujano conservador y propagador del fluido vacuno). Díaz fue el alma y motor de la Junta, cuya secretaría científica ejerció. Aranda, quien prosiguió como vacunador oficial después de la extinción de la Junta, también fue figura sobresaliente. Andrés Bello fue el secretario civil de la Junta. La actividad de esta alcanzó 4 años (1804-1809), interrumpida por la Guerra de Independencia. Su radio de acción se extendió, por medio de juntas subalternas, prácticamente a todo el interior de la provincia. En total, según Díaz, desde 1804 a 1808 se vacunaron en la provincia 104.700 personas en 105 localidades. En Caracas, la enfermedad desapareció a partir de 1805. Hasta 1810 no se registró en la ciudad ningún brote epidémico de viruela. En suma, a la Junta Central de la Vacuna le correspondió el mérito de ser el primer organismo de esa naturaleza que se instaló en la América española y el de haber realizado la primera campaña antivariólica y, desde luego, sanitaria, hecha en escala nacional. Aparece, pues, como el primer organismo estrictamente sanitario. Por lo demás, la Junta de Caracas sirvió de guía para la instalación de organismos similares a lo largo del territorio recorrido por la Expedición de la Vacuna. Hacia 1808, en vísperas de estallar la Guerra de Independencia, el cuerpo médico de Caracas y de Valencia se dedicó al estudio de las fiebres que afectaban en forma epidémica a los moradores de las zonas cercanas al lago de Valencia, que habían sido deforestadas para realizar plantaciones de añil y tabaco, investigaciones cuyos informes fueron publicados posteriormente.

Siglo XIX

Desde el comienzo mismo del siglo XIX se observa en Venezuela, como en el resto del mundo, un evidente progreso en todos los órdenes, incluyendo, por supuesto, el relativo a la salud. Acto fundamental de la medicina nacional a comienzos del siglo XIX fue la fundación de la Facultad Médica de Caracas por José María Vargas (1827), organismo que sustituye al Protomedicato. Antes, como ya se señaló, se había introducido la vacuna antivariólica y creado la Medicatura de Caracas. También debe señalarse la introducción de los estudios de medicina en Mérida (1805); la fundación en Caracas de la Academia de Anatomía y Cirugía, por Federico Meyer, quien realizó las primeras disecciones en el cadáver de un humano (1811); la instalación en Caracas de la Junta Superior de Sanidad (1817) y de las respectivas juntas subalternas; la fundación del Servicio de Sanidad Militar mediante diversos decretos y reglamentos del Libertador (a partir de 1819), en Angostura; también es notable, hacia los años 1818-1820, la campaña que en los respectivos territorios dominados por los republicanos y realistas llevaron a cabo autoridades civiles y militares de uno y otro bando para que se abandonase la práctica de enterrar a los muertos en las iglesias, en pleno centro de las poblaciones, y fuesen creados cementerios extramuros a fin de evitar las epidemias o reducir su impacto; esta campaña enfrentó en ocasiones a las autoridades militares con sacerdotes en diversos puntos del país. Ya constituida Venezuela en república autónoma se produce la creación de la Medicatura de Sanidad (1834), con la atribución de cubrir la Sanidad Marítima y cuyas funciones fueron ampliadas por decreto del presidente de la República, José Tadeo Monagas, en 1847. La anestesia general con éter sulfúrico es utilizada por primera vez por Blas Valbuena en Maracaibo (1847), mientras Eliseo Acosta utiliza por primera vez el cloroformo en Caracas (1849). Se inaugura la docencia médica en los Colegios Nacionales de Cumaná (1850), Valencia (1852), Maracaibo (1854), Ciudad Bolívar (1858) y Barquisimeto (1884); en todas estas poblaciones, sobre todo en Caracas y Maracaibo, se crearon diversas cátedras de ciencias médicas que facilitaron la preparación de los galenos para enfrentar con éxito la frecuente aparición de epidemias y tomar medidas en resguardo de la salud pública. Luis Daniel Beauperthuy publica en la Gaceta Oficial de Cumaná, en 1854, su trabajo sobre la fiebre amarilla, donde intuye la transmisión insectil de la enfermedad.

Igualmente, durante este siglo se levantan los 3 primeros censos nacionales de población (1873, 1881 y 1891). Manuel María Ponte logra la introducción de la antisepsia quirúrgica según técnica listeriana, al practicar en Caracas una ovariotomía (extirpación del ovario), en 1880. Ese mismo año, un conde francés, Fernando de la Ville, a quien llamaban «Doctor Agüita», por la forma de administrarlos medicamentos (siempre diluidos en agua), instalada primera Escuela de Homeopatía en el país. En 1883 se lleva a cabo la creación del Colegio y del Consejo de Médicos, atribuyéndole al primero un carácter académico y al otro la asesoría en materia de higiene, sobre todo la lucha antiepidémica y en general la conservación y fomento de la salud pública (vacunación, inspección de farmacias, etc.), así como la elaboración de un reglamento de las profesiones médicas y paramédicas (odontología, farmacia y las de parteras y sangradores o flebotomistas). Poco después se crean los cargos de inspector general de los hospitales de Caracas (1888) y de inspector general de higiene del Distrito Federal (1889), suprimido este en 1901. Circula en Caracas la Clínica de los Niños Pobres, primera revista de pediatría de Latinoamérica, dirigida por José Manuel de los Ríos y Francisco Antonio Rísquez (1888). Se funda en 1890 el Laboratorio Municipal de Caracas, transformado en Laboratorio Nacional (1893). Se inaugura el hospital Vargas en Caracas en 1891, el hospital Psiquiátrico, llamado entonces Asilo de Enajenados (1892) y el hospital Psiquiátrico de Maracaibo (1894). Además, en esta última ciudad se inaugura la cátedra de Clínica Médico-Quirúrgica, este último año. En 1895 se funda la Cruz Roja Venezolana y se crean, en Caracas, las cátedras de Clínica Médica, Clínica Quirúrgica y Clínica Obstétrica y Ginecológica, a cargo de Santos Aníbal Domínici, Pablo Acosta Ortiz y Miguel Ruiz, respectivamente, así como el Instituto Pasteur, siendo uno de sus fundadores Domínici, quien descubrió el hematozoario de Laverán (parásito productor del paludismo). El mismo año de 1895, Francisco Antonio Rísquez y Bernardino Mosquera demuestran la existencia de fiebres paratíficas en Caracas y el primero formula su «doctrina bioquímica de la enfermedad». En 1896 se iniciaron las inoculaciones a terneras para obtener la vacuna antivariólica y en 1898 se decreta la creación del Instituto Jenner. También en 1896 Mosquera identifica la amiba histólica (causante de la disentería amibiana) y en unión de Rísquez comprueba que las llamadas «fiebres largas» de Caracas no eran sino la tifoidea y las paratíficas, siendo ellos los primeros en efectuar la serorreacción de Widal para el diagnóstico de esas mismas fiebres. Una disposición oficial adopta la Farmacopea Venezolana de Rísquez como Código Farmacéutico Venezolano (1898). Los rayos X comienzan a ser utilizados como auxiliar clínico por José Otilio Mármol en Maracaibo, en 1899, aunque, el auténtico precursor de la radiología en Venezuela es Antonio Pedro Mora, farmacéutico y químico, quien fabricó un aparato de rayos X en Caracas en 1896. La sofrología o hipnosis médica es aplicada en 1899, con fines quirúrgicos, por Luis Razetti al practicar en Caracas una apendicectomía en una paciente que reiteradamente no toleró el anestésico inhalante. La raquianestesia es empleada por primera vez por Pablo Acosta Ortiz en Caracas, en 1900.

También el interior del país se benefició del aliento renovador característico de los últimos años del siglo XIX. Así, en Maracaibo, Temístocles Vaamonde inaugura una cátedra libre de Obstetricia para comadronas (1890); el Colegio Federal de Primera Categoría de Maracaibo se transforma en la Universidad del Zulia (1891); abre sus puertas el Instituto de Bacteriología (1896) reemplazado luego por el Instituto Pasteur (1897). En Barquisimeto se confieren los primeros grados de doctor en medicina en un plantel similar al marabino (1890); allí mismo, Antonio María Pineda practica varias intervenciones de alta cirugía, entre otras una craneotomía, la primera en el país ejecutada por médico venezolano (1893) y se editan 2 voceros del ramo en este mismo año, uno en 1895 y otro en 1896. En Mérida se lleva a cabo la graduación de 12 galenos en la Universidad de Los Andes (1891). En Valencia, al fundarse la Universidad de Carabobo (1892), cobran nuevo impulso los estudios médicos y se edita una revista órgano de la Sociedad Médica regional. En Ciudad Bolívar también se observan notables mejoras en el campo sanitario, como consecuencia del progreso de los estudios médicos en el viejo Colegio Nacional (luego Federal) de Guayana, con este detalle probatorio de lo dicho: durante el bienio académico 1895-1897 todos los profesores y hasta el rector del Colegio eran egresados de sus aulas y nativos de la región. En Calabozo, entre el alumnado de los cursos de medicina, destacan algunos facultativos, como el poeta nativista Francisco Lazo Martí.

Un primer intento de organización sanitaria se realiza en 1817, pero sufrió muchas interrupciones y hasta cambios de nombre en su corto período de actividad. A lo largo del siglo XIX, se formaron las comisiones sanitarias, sucesivamente en 1832, 1835, 1836, 1837, 1842, 1844, 1845, 1847, 1849 y 1873 y se originaron ante la presencia de epidemias en diversas regiones del país. Tales epidemias se sucedieron así durante la centuria de referencia: viruela (1818-1819, 1843, 1854-1855, 1864, 1876); fiebre amarilla (1844, 1853, 1862, 1884 a 1889); cólera (1852, 1854, 1855); malaria o paludismo (1804, 1808, 1817, 1825, 1874); buba, fiebre tifoidea y paratíficas, difteria y otras, en diversos años. A pesar del ambiente de guerra característico de la Venezuela decimonónica, que se prolonga hasta los primeros años del siglo XX, y que constituye una constante amenaza contra la salud, sumado a los brotes epidémicos y a la frecuente recrudecencia de las endemias, algunos pasos firmes, aunque tímidos en su mayoría, se realizan en defensa de la salud pública. La Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas (1893), en sus reuniones periódicas y en su órgano oficial la Gaceta Médica de Caracas, fundada por Razetti ese mismo año, se ocupa con frecuencia de los problemas de salud y las endemias y epidemias son objeto de la temática que inspira discusiones y conferencia: viruela, fiebre amarilla, disentería, diarreas y enteritis, malaria, buba, etc. La higiene escolar es materia de un trabajo de Santos Aníbal Domínici y Reinaldo Ackers, contentivo del respectivo Reglamento (1894). La propia Sociedad, en el mismo año, propone la creación de una Dirección de Estadística y Demografía a la vez que presenta un modelo de certificado de defunción, pero tanto una como el otro no fueron aprobados por el Concejo Municipal del Distrito Federal.

Siglo XX

El advenimiento del siglo XX se caracteriza por varios sucesos de honda repercusión en el progreso de la medicina nacional y por ende, en las labores atinentes a la salud pública. Se funda el hospital de San Antonio en Carera (1902) y otro, con el mismo nombre, en Altagracia de Orituco (1903). Se organiza en 1902 el laboratorio del hospital Vargas a cargo de Rafael Rangel, en el cual este lleva a cabo importantes trabajos científicos, tales como el descubrimiento del anquilostomo duodenal (1903), que por sus diferencias con el de otros países mereció llamarse necátor americano y al cual Rangel atribuyó las anemias tan frecuentes en los valles del Tuy. La Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas (fundada en 1893) es sustituida por el Colegio de Médicos de Venezuela (1903) y luego por la Academia Nacional de Medicina (1904). Este último año se funda el hospital Padre Justo de Rubio, estado Táchira. Rangel descubre el tripanosoma venezuelense, causante de la llamada «peste boba» y «derrengadera» de los equinos llaneros (1905). El propio Rangel clasifica el «gusano de monte o de zancudo» como agente productor de dermatomiasis (afecciones de la piel causadas por larvas). Víctor Raúl Soto descubre el huevo de la bilharzia y Rafael Herrera Vegas funda la Liga contra la tuberculosis, pionera de la lucha dirigida a combatir esta enfermedad en escala nacional. Continúan los descubrimientos de Rangel: la bacteridia carbonosa, agente causal de la epizootia conocida con el nombre de «grito de los chivos». En 1906, se fundan el hospital de San Antonio de El Tocuyo y el primer dispensario antituberculoso del país, a cargo de Herrera Vegas y se inaugura el Leprocomio de Cabo Blanco, en Maiquetía. En 1907, se inaugura el hospital Ruiz de Ciudad Bolívar. Se producen epidemias de fiebre amarilla en Upata (Edo. Bolívar) y de peste bubónica en La Guaira y Caracas (1908). Ese mismo año se registra una elevada cifra de mortalidad por tuberculosis (896 muertes en 90.000 h). En 1909 se establece el programa de la «Gota de Leche» por Juan de Dios Villegas Ruiz. Diversos sucesos se producen a partir de 1911, centenario de la declaración de Independencia, de importancia evidente en el aspecto médico-sanitario. La primera inyección de salvarsán, el famoso «606», para el tratamiento de la sífilis con arsenicales la practican en Caracas Luis Razetti y Felipe Guevara Rojas, quienes también fundan la primera clínica privada con servicio de hospitalización. Ese mismo año se inaugura el Instituto Anatómico y se celebra el I Congreso Venezolano de Medicina. Una obra de Razetti, Manual del antialcoholismo, ve la luz pública en 1913, contribuyendo a combatir la lacra social del etilismo agudo y crónico y su influencia directa e indirecta sobre múltiples alteraciones de la salud. Se crea, en el mismo año, la Escuela de Enfermeras dirigida por Rísquez y pionera de los planteles de su tipo en Venezuela. En 1914 se abre el primer Sanatorio Antituberculoso dirigido por Herrera Vegas, en las cercanías de Los Teques (Guaracarumbo) y se inicia el tratamiento de la tuberculosis por el neumotorax artificial, en la misma capital mirandina, por Ángel Larralde. Razetti y Rísquez, como consecuencia de la clausura de la Universidad Central de Venezuela, abren en Caracas una Escuela de Medicina privada (1915), de cuyas aulas egresa la promoción de 1920, fundadora de la Policlínica Caracas (1930). En 1916 se realiza en Puerto Cabello la primera transfusión sanguínea y José Gregorio Hernández trae a Caracas el primer aparato (tensiómetro) para medir la tensión arterial. Ese mismo año, Juan Iturbe y Eudoro González llevan a cabo un estudio sobre la fiebre tifoidea en Caracas, sobre todo donde la afección tenía carácter endemoepidémico, en su doble aspecto bacteriológico y epidemiológico. Beltrán Perdomo Hurtado inicia la anestesia general con gases. Juan Iturbe y Eudoro González descubren el huésped intermediario de la bilharzia y de la enfermedad conocida con el nombre de leishmaniasis cutánea. En 1917 se funda el hospital Jesús Crucificado en Upata (Edo. Bolívar) y se instala en Maracaibo la Sociedad Médico-Quirúrgica del Zulia, origen de la Academia de Medicina del Zulia. En 1918 se funda el hospital Acosta Ortiz en San Fernando de Apure y Rafael Pino Pou, en colaboración con el médico norteamericano John R. Taylor, descubre la fiebre recurrente. Jesús Rafael Rísquez publica su monografía sobre bilharziasis, laureada por la Academia Nacional de Medicina y esta misma corporación premia a Enrique Tejera por su trabajo acerca de la leishmaniasis americana. Termina ese año con la epidemia de influenza (conocida bajo el nombre de «gripe española»), la cual ocasiona 25.000 muertes en Venezuela, de las cuales 1.500 en Caracas. Además del gobierno y el gremio médico, se movilizó toda la población mediante las llamadas juntas de socorro y en la sola capital de la República se improvisaron 6 hospitales de aislamiento. En 1919, Enrique Tejera descubre el agente causal de la enfermedad de Chagas (o tripanosomiasis americana). Se funda en Caracas el hospital Chacín Itriago para el aislamiento de pacientes infecto-contagiosos, en Maracaibo el Hospital y Clínica de Niños Pobres y en El Tocuyo el hospital (hoy centro de salud) Egidio Montesinos. En 1920, el mismo Tejera descubre en París, en insectos vectores enviados desde Venezuela, el tripanosoma rangeli, llamado así en homenaje a Rafael Rangel y se funda el hospital Santa Rosa de Tumeremo (Edo. Bolívar). En 1922, Pedro A. Guzmán descubre la microfilaria bancroft, se funda el hospital Nuestra Señora de la Paz de Valera y Luis Razetti levanta el primer censo médico nacional, el cual registra la cantidad de 482 facultativos en toda Venezuela.

En 1923, se promulga una Ley de Sanidad Nacional y, como consecuencia de ella, aparecen los siguientes instrumentos complementarios de dicha ley (todos en agosto): decreto orgánico de Sanidad Nacional, reglamento Sanitario de Casas de Vecindad, reglamento de Notificación y Profilaxia de Enfermedades y reglamento Sanitario de Vacunación. En 1924, Enrique Tejera descubre el espiroqueta morsus muris, agente productor del sodoku y Luis Razetti lee en la Academia de Medicina su trabajo acerca de la alta mortalidad y el consiguiente decrecimiento de la población en la capital de la República, que generó una polémica. En 1925 Heberto Cuenca introduce en Venezuela el electrocardiógrafo. En 1926 se crean la cátedra de Patología Tropical y el Instituto de Medicina Tropical y se funda el primer dispensario antivenéreo. En 1927 se funda la Sociedad Médica de Caracas, presidida por Luis Razetti y el hospital Vargas de San Cristóbal. En 1928, Ángel Larralde funda el primer dispensario antituberculoso oficial y una compañía petrolera abre el hospital Caribbean en Mene Grande (Edo. Zulia). En 1933 se inauguran en Caracas la Semana Sanitaria Antituberculosa y el centro piloto de vacunación con B.C.G. (vacuna antituberculosa); y Pedro del Corral, en Maracay, en la clínica del mismo nombre, aplica con éxito inyecciones endovenosas de atebrina a enfermos palúdicos, de tipo pernicioso, por primera vez en Venezuela y, posiblemente, por primera vez en el mundo.

A la muerte de Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935, Venezuela cuenta con apenas 3.644 camas distribuidas en 51 hospitales y el promedio de vida de sus habitantes es de solo 35,7 años. Para entonces, la ciudad de Maracay sufre una epidemia de meningitis cerebroespinal y su agente causal es estudiado por Pedro del Corral y Jesús Rafael Rísquez; en honor de ellos la Oficina Sanitaria Panamericana, que clasificó el germen, lo bautizó con el nombre de neisseria venezuelensis del Corral-Rísquez. En 1938 se celebraron el I Congreso Venezolano del Niño y el I de Tuberculosis y en 1940, se inauguraban en Caracas la Escuela Nacional de Enfermeras y el Servicio de Trabajadoras Sociales. En 1941 se realizó el séptimo censo nacional de población, que dio 3.850.771 hab, siendo la expectativa de vida de 46 años. Entre 1942 y 1945, se instalan nuevas Sociedades Científicas, como las de Neurología y Psiquiatría, Radiología, Historia de la Medicina, Cirugía, Dermatología, Gastroenterología, Endocrinología y Nutrición. En 1942 es introducida la penicilina en el país con lo cual se inaugura la era antibiótica. Antonio Leocadio Briceño Rossi inventa una reacción, de rápida lectura y muy apropiada al medio rural, para el diagnóstico de la sífilis, y Leopoldo Briceño Iragorry demuestra la presencia de salmonellas en diarreas enteritis de la infancia (1942). Cruz Quijada Gamboa realiza, con carácter de primicia nacional, la autotransfusión sanguínea y la transfusión por vía ósea y Manuel Vicente Méndez Gimón practica, también por primera vez en el país, la anestesia raquídea fraccionada de Lemmon. También entre 1942 y 1945, se fundan otros colegios de médicos en los estados Bolívar, Falcón, Sucre, Portuguesa, Yaracuy, Lara, Miranda, Barinas, Trujillo, Aragua, Monagas y Mérida. En 1945 se instala en Maracaibo la Federación Médica Venezolana. En 1946 comienzan en Venezuela los trabajos relativos a la citología vaginal para el despistaje o diagnóstico precoz del carcinoma (cáncer) del cuello uterino y Enrique Tejera inicia los suyos sobre microbiología de los suelos y gérmenes provenientes de distintas tierras con propiedades antibióticas. Ese año se fundan los colegios médicos de los estados Nueva Esparta, Apure y Anzoátegui. En 1947 se crea el Centro Médico de Caracas. Ese mismo año se reabre la Universidad del Zulia y se reanudan los estudios de medicina en Maracaibo, suspendidos desde 1904. En 1948 se logra la primera sutura del miocardio y la primera colangiografía operatoria. Se funda el Colegio de Médicos del estado Guárico. Se inaugura el Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo y se implanta el primer riñón artificial en el país, inventado por Julián Morales Rocha y Ramón Viso Pittaluga. En 1950 se realiza el octavo censo nacional de población, que arroja la cantidad de 5.034.838 hab, de los cuales 2.165 son médicos, cifras todavía muy por debajo de lo aceptado en la estadística médico-sanitaria internacional (1 médico por 1.000 hab). En 1952, se fundan el Círculo Oftalmológico y la Sociedad Venezolana de Salud Pública y se inicia el uso del método Papanicolaou para el citodiagnóstico del carcinoma del cérvix (cuello uterino) en el hospital Vargas de Caracas. También ese año se fundan las Sociedades Venezolanas de Microbiología, de Anatomía Patológica y de Oftalmología; Bernardo Gómez, Carlos Gil Yépez y León Klahr introducen en el país la balistocardiografía y Francisco de Venanzi y sus colaboradores inician el empleo de los isótopos radioactivos. En 1954, se fundan las Sociedades Venezolanas de Cardiología, de Anestesiología y de Oncología (Cancerología) y el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), transformado en 1958 en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Ese mismo año de 1954, se instala la Fundación Venezolana para el Avance de la Ciencia (FUNDASOVAC) creada por la Sociedad del mismo nombre (ASOVAC). En 1955, Miguel Layrisse, Tulio Arends y Rafael Domínguez Siseo descubren el antígeno del grupo sanguíneo «Diego»; se inician los cursos de postgrado de técnica quirúrgica, bajo la dirección de José Trinidad Rojas Contreras; se lleva a cabo la propagación nacional del método Papanicolaou y se instala el primer microscopio electrónico. En 1956 se inaugura en Caracas el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria y comienza a fabricarse (en el IVNIC) el «cuchillo de diamante», inventado en 1953 por Humberto Fernández Morán, utilizado hoy en el mundo entero. Se fundan las Sociedades Venezolanas de Medicina Interna, de Otorrinolaringología, de Alergología, de Cirugía Plástica y Reconstructiva y de Reumatología (esta última se formaliza en 1962). Pedro Luis Ponce Dúchame introduce en el país, en 1957, la electromiografía. Ese mismo año, se lleva a cabo la fundación de las Sociedades Venezolanas de Endocrinología y de Geriatría y Gerontología. La expectativa de vida del venezolano es entonces de 53 años.

A partir de 1958 se multiplican las fundaciones de hospitales, dispensarios y demás centros asistenciales, tanto públicos como privados. En 1959 se crean el IMPRES-Médico (Instituto de Previsión Social del Médico), la Fundación Venezolana de Otología, el Laboratorio de Oftalmopatología y abre sus puertas la Universidad de Oriente, de carácter experimental, con estudios de medicina en Ciudad Bolívar. Para 1960, la mortalidad general en Venezuela se sitúa en 10 por 1.000 y la natalidad en 45 por 1.000. Además, se realizan otros trabajos con carácter prioritario en el país: sobre parto psico-profiláctico (que tiene por objeto librar a la mujer del temor al dolor de parir), angiografía renal, sobre el ligamento posterior de la articulación temporo-maxilar descubierto por Oscar Beaujon (1962). Se inicia, en 1963, un programa de control de la natalidad en la maternidad Concepción Palacios así como la colocación de marcapasos cardíacos. La electrocardiografía dinámica es utilizada por primera vez por Otto Hernández Pieretti en 1968. En 1974 se inicia el «Proyecto Venezuela»; para el estudio de la población venezolana, dirigido por Hernán Méndez Castellanos. Empieza la utilización de la ultrasonografía en la exploración ginecoobstétrica, y la introducción de la tomografía axial computarizada y de la telemetría electroencefalográfica. En 1977 se inicia la aplicación de los rayos Láser en múltiples procedimientos médico-quirúrgicos. Las experiencias sobre diversos aspectos de la genética en sus relaciones con la salud, realizadas en el IVIC son, entre otras, hechos concretos reveladores del avance médico, sanitario y asistencial del país. El renglón relativo al índice de mortalidad general descendió en 1978 a 5,6 por 1.000 y en cuanto al de mortalidad infantil fue en el mismo año de 35,6 por 1.000.

Si bien Venezuela puede enorgullecerse de ser el primer país en el mundo de haber eliminado la viruela en sus cuadros estadísticos de mortalidad y erradicado prácticamente el paludismo con un insecticida como el DDT, no es menos cierto, y ello quizás como lógico contrapeso, que en los últimos años ha habido un nuevo repunte de esta endemia y 8.000 casos de malaria, registrados en 1985, han actualizado la lucha contra esta y otras enfermedades. A pesar del notable descenso de índices de mortalidad infantil (acercándose a 200 la cantidad de niños muertos en el primer año de vida, por cada 1.000 nacidos vivos, a comienzos de siglo, cuando en la actualidad ese índice oscila entre 30 y 40 por 1.000) y el aumento del promedio y de la expectativa de vida, otras son las causas que producen la muerte de la población (cáncer, afecciones cardiovasculares, accidentes de tránsito, diabetes y otras enfermedades degenerativas), lo cual ha llevado al aumento de las cifras en las estadísticas nosográficas y de letalidad, reveladoras del estado hígido (salud) y mórbido (enfermedad) del territorio nacional. Tanto más elocuentes estos datos, cuanto que nuevas afecciones han aparecido en el panorama sanitario venezolano, entre las cuales las virosis causantes de hepatitis (inflamación del hígado), predisponentes de la cirrosis y del carcinoma de este órgano, y otras, registran algún incremento y, por la actualidad que él ofrece a escala mundial, debe mencionarse al Síndrome de inmuno-deficiencia adquirida (SIDA), del que ya se han registrado numerosos casos en Venezuela. Por otra parte, con las conquistas logradas por él progreso y las mejoras de la salud, en todos los órdenes, la expectativa de vida era en 1982 de 68 años y para 1985 había subido a 70 o 71, cifras similares a las registradas por los países desarrollados.

Diversos organismo públicos, durante el siglo XX, han regido las labores relativas a la salud. En orden cronológico son los siguiente: Comisión de Higiene Pública (1909), presidida por Pablo Acosta Ortiz, acompañado por otros 5 médicos, un abogado y un ingeniero; Dirección de Higiene y Salubridad Pública (1910), fundada por Carlos Manuel de la Cabada (1910-1911); Oficina de Sanidad Nacional (1911-1930); Ministerio de Salubridad y de Agricultura y Cría (1930-1936); Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) (1936 hasta hoy), fundado por Enrique Tejera.

La creación del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, en 1936, fue la consecuencia lógica de la división del antiguo Despacho de Salubridad y de Agricultura y Cría en los 2 que, desde entonces hasta hoy, se ocupan de los problemas de la salud humana (MSAS) y de los asuntos relacionados con el agro y la cría, incluyendo la sanidad vegetal y animal (MAC). Tal división determinó la concepción y puesta en marcha, de inmediato, de un ambicioso programa sanitario-social y asistencial bajo el comando del ministro Enrique Tejera, secundado por un equipo técnico debidamente entrenado y con mística, capaz de imprimirle nuevos derroteros a distintos campos de la salud pública. Se emprendió así una obra de saneamiento que incluyó la preparación de personal médico y paramédico paralelo al desarrollo de los programas encaminados a disminuir los elevados índices de morbilidad y mortalidad en diversos grupos etarios, los cuales reducían a cifras muy bajas tanto la esperanza o expectativa de vida como el promedio de la misma en el conjunto de la población venezolana. Mediante becas ofrecidas por fundaciones extranjeras y por el propio gobierno venezolano, numerosos profesionales de las ciencias de la salud viajaron a fin de seguir cursos de especialización o recibir entrenamiento para acometer, a su regreso, la empresa de sanear al país. Rápidamente se vieron los resultados y ya en los años finales de la década de 1930, se apreció una baja sensible en los índices de mortalidad infantil, así como la materna, sobre todo en el medio rural, y dentro de la mortalidad general el descenso en la incidencia de enfermedades como la tuberculosis y la malaria o la disminución progresiva de afecciones venéreas y de brotes epidémicos (de viruela, peste bubónica, fiebre tifoidea y paratíficos, etc.), fue lograda con la inmunización obtenida por medio de la vacunación masiva de los distintos sectores de la población. Por otra parte, con las medidas de saneamiento (drenaje de aguas estancadas, empleo de insecticidas, desinfectación de corrientes acuíferas, uso del calzado, construcción de cloacas y letrinas y de acueductos rurales, etc.), se combatió eficazmente el poliparasitismo intestinal, sobre todo la amibiasis, la necatoriasis, la ascaridiasis y la bilharziasis entre las más frecuentes y graves parasitosis que azotaban al país. La iniciativa privada, que en forma aislada y rudimentaria se había manifestado en años anteriores, alcanzó notable desarrollo a partir de 1936. Además de la actividad desplegada a través de organismos como los Hospitales Bolivariano y Obrero y de la Cruz Roja, en Caracas, otras instituciones iniciaron o incrementaron sus labores después del referido año, tales como las Ligas Antituberculosas, la Fundación Venezolana contra la Parálisis Infantil, la Sociedad Anticancerosa, la Casa Pre-Natal María Teresa Toro (de la Asociación Venezolana de Mujeres), el dispensario Guillermo Prince Lara (de la Federación de Estudiantes de Venezuela), los comedores populares, distribuidos en Caracas y las principales poblaciones del interior de la República. Además, algunos instrumentos legislativos atinentes a la salud pública, fueron aprobados por el Congreso de la República y otros, como la Ley de Defensa contra el paludismo, la cual provocó una crisis política que condujo a la renuncia del ministro Enrique Tejera. No obstante, el equipo técnico, coordinado desde la Dirección de Salubridad Pública, continuó, con ligeras interrupciones, la labor iniciada y los frecuentes cambios del titular del despacho, sujetos a los vaivenes de la política, no alteraron los planes iniciales. En el solo año 1936, como hechos importantes, además de la creación del Ministerio, pueden anotarse: la organización de la Cruzada Venezolana Sanitario-Social, presidida por Francisco Antonio Rísquez, y la creación del Consejo Venezolano del Niño; la inauguración del Puesto de Socorro de Santa Teresa en Caracas, primero en su género en el país, del Instituto de Oncología Luis Razetti, del hospital Carlos J. Bello de la Cruz Roja Venezolana, del Instituto Nacional de Puericultura y de la Casa-Cuna anexa, pionera de su tipo en escala nacional; la creación de varias cátedras en la Facultad de Medicina y de Sociedades Científicas; y el levantamiento del VI censo nacional de población, el cual arrojó la cifra de 3.364.347 hab en todo el territorio nacional, de los cuales solo el 25%, aproximadamente, correspondía al medio urbano y el 75% restante al medio rural. Además, la endemia malárica abarcaba alrededor del 50% de la superficie del país, infestado también por la necatoriasis (anquilostomiasis), la fiebre amarilla, la buba y otras enfermedades tropicales. El resto del período constitucional del presidente Eleazar López Contreras (1936-1941) se caracterizó igualmente por adelantos efectivos en materia médico-sanitaria con la fundación de numerosos centros asistenciales, entre ellos la maternidad municipal Concepción Palacios de Caracas y con la primera vacunación antiamarílica llevada a cabo en el país. Con la iniciación del período presidencial de Isaías Medina Angarita, en abril de 1941, continúan progresando los planes del gobierno relativos a la salud pública. Comienza a funcionar el Seguro Social Obligatorio (hoy Instituto Venezolano de los Seguros Sociales), que había sido decretado en julio de 1940, para cubrir los riesgos de enfermedad-maternidad y de accidentes de trabajo, extendidos posteriormente a los casos de invalidez, vejez y muerte, que abarcan a gran parte de la población venezolana, inclusive a los funcionarios públicos (desde 1967) que gozan de jubilación. El Congreso decreta la Ley de Ejercicio de la Medicina (1942), que nunca llegó a reglamentarse y la cual fue derogada por otra de 1982, aún no reglamentada. La Junta Revolucionaria de Gobierno establecida en octubre de 1945 continúa los programas de salud del régimen derrocado. El 2 de diciembre se efectúa el primer rociamiento en Venezuela, con el insecticida DDT, en el pueblo de Morón (Edo. Carabobo), para la erradicación del paludismo, lo cual se logró en todo el país en breve plazo, por el equipo que encabezan el médico Amoldo Gabaldón y el ingeniero Arturo Luis Berti. Un decreto de la Junta dispone la graduación anticipada de los médicos que debían egresar en julio de 1946 (promoción Vargas), para enviarlos al medio rural. Posteriormente, con el régimen inaugurado en noviembre de 1948, se crearon nuevas dependencias en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, de 1949 a 1952: el Instituto Venezolano de Venereología, el Instituto Nacional de Nutrición, el Servicio Nacional de Anatomía Patológica y el Patronato Nacional de Ancianos e Inválidos, sustituido este en 1975 por el Instituto Nacional de Geriatría y Gerontología (INAGER).

Los gobiernos que se suceden a partir de 1958 continúan, en líneas generales, las directrices tradicionales en materia de salud, incrementándose cada vez más los programas de medicina preventiva y de seguridad social. La figura del viceministro o director general, sustitutiva, en cierto modo, del antiguo director de gabinete, aparece en el MSAS como una nueva modalidad político-administrativa en las altas esferas del poder público. Simultáneamente, ocurren cambios de nombres en la organización interna del MSAS y su antigua estructura, que lo dividía en direcciones, divisiones, secciones, departamentos y oficinas es desplazada por otra, con la tendencia a regionalizar la administración sanitaria y a crear nuevas dependencias como los servicios cooperativos y las Comisionadurías de Salud. Se intenta buscar la integración cada vez mayor de la labor preventiva con la curativa; a programar, a través de unos cuantos años de estudios y proyectos, un Servicio Nacional de Salud, decretado en 1987 por el presidente Jaime Lusinchi; a crear nuevos institutos autónomos adscritos al Ministerio; a proyectar este en escala internacional a través de la participación en convenios como el «Hipólito Unanue», formado por países del área andina, a la asistencia a reuniones de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos internacionales y suscribir acuerdos bilaterales con diferentes países. Al mismo tiempo, se busca preparar los recursos humanos en Venezuela mediante estudios a nivel universitario; centralizar el movimiento de empleados en la oficina y futura dirección de personal, como consecuencia del funcionamiento de la Oficina Central de Personal (OCP) a nivel de la presidencia de la República. De una simple oficina en Caracas y alguna que otra dependencia en el interior de la República, el MSAS se ha ido convirtiendo en un despacho muy complejo, que en sus comienzos se limitó a las labores de medicina preventiva o higiene, pero luego, andando el tiempo, ha venido absorbiendo otros campos del sector salud, tales los de índole puramente asistencial o de medicina curativa, representada sobre todo en la organización hospitalaria, que hasta hace algunos años dependía de los gobiernos regionales o de los concejos municipales y aun de la esfera privada. Ha sido ello el resultado de la llamada «doctrina integralista» que supone englobar las distintas actividades de salud pública bajo un solo comando inspirador de ciertos organismos como los centros de salud, esparcidos hoy por todo el territorio nacional, y los módulos de servicio, en los cuales se desarrollan programas de medicina preventiva (vacunación, etc.), al lado de los puramente curativos (consultas externas para enfermos, intervenciones quirúrgicas, asistencia obstétrica, etc.) Últimamente y dada la proliferación de organismos dispensadores de salud, se ha aprobado el Servicio Nacional de Salud, como se ha dicho antes, con el propósito de que cuando entre plenamente en servicio se evite no solo duplicidad de esfuerzos en el mecanismo de prestación de los servicios sino también despilfarro de dinero por desorden administrativo. En 1984 se crean las direcciones generales sectoriales dentro de una nueva reorganización del MSAS, pero conservando un director general el rango de viceministro. En octubre de 1987 fue aprobada por el Congreso Nacional la Ley del Servicio Nacional de Salud, que ha sido reglamentada en noviembre de 1988. El modelo piloto para su implementación a escala nacional está en funcionamiento en el distrito núm. 1 del estado Anzoátegui.

Temas relacionados: Asistencia social; Epidemias; Expedición de la vacuna; Farmacia; Hospitales; Medicina; Odontología.

Autor: Alberto Silva Álvarez, Ricardo Archila Medina
Bibliografía directa: Angulo Arvelo, Luis Alejandro. Resumen cronológico de la medicina en Venezuela, desde la época precolombina hasta 1978. 2ª ed. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1979; Archila, Ricardo. La expedición de Balmis en Venezuela. Caraca: Tipografía Vargas, 1969;--. Historia de la medicina en Venezuela. Mérida: Universidad de Los Andes, 1966;--. Historia de la sanidad en Venezuela. Caracas: Imprenta Nacional, 1956. 2 vols.;--. La medicina y la higiene en la ciudad. Madrid: Separata de la Revista de Indias, 1973; Arreaza Guzmán, A. y otros. III Jornadas Científicas de la Sociedad Venezolana de Médicos Higienistas. Caracas: La Sociedad, 1983; Bruzual Acuña, Juan. Aquí la enfermedades un delito. Caraca: [Publicaciones Españolas]; 1975; Gabaldón, Arnoldo. Una política sanitaria. Caracas: Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, 1965.2 vols.; Infante Marrero, Rodrigo. Evolución de la política de salud pública en Venezuela desde 1911 hasta 1992. Caracas: s.n., 1993;--. Temas de salud pública. Caracas: s.n., 1987; López Ramírez, Tulio. Historia de la Escuela de Malariología y Saneamiento Ambiental de Venezuela. Caracas: Dirección General de Malariología, 1987;--. Proceso histórico de la salud pública venezolana, período 1911-1935. Caracas: Sociedad Venezolana de Médicos Higienistas, 1991; Méndez Castellanos, Hernán. Aproximación a la salud de la Venezuela del siglo XXI. Caracas: LAGOVEN, 1985; Oficina Panamericana Sanitaria. Programación, desarrollo y mantenimiento de establecimientos de salud. Washington, D.C.: Oficina Panamericana Sanitaria, 1983; Paolini Pérez, Ernesto Segundo. La salud en el estado Táchira: diagnóstico. San Cristóbal: Gobernación del Estado Táchira, [1977]; Políticas de salud en Venezuela. Caracas: Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, 1992; Rodríguez, César. Palabras y discursos. Caracas: Litografía Tecnocolor, 1970; La salud en Venezuela. Caracas: Centro Gumilla, 1985; Silva Álvarez, Alberto. Situación médico-sanitaria de Venezuela durante la época del Libertador. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1985.  
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