La isla de Trinidad, descubierta por Cristóbal Colón durante su tercer viaje al Nuevo Mundo en 1498, está situada al E del golfo de Paria. Su valor estratégico fue determinante en la historia de la isla bajo el imperio español, que perduró hasta el año 1797. Por su cercanía a Tierra Firme, el destino de Trinidad está vinculado al del continente. La colonización de la isla fue un proceso muy lento y difícil. Hacia 1515, el navegante hispano Juan Bono de Quejo recorre la zona y toma como esclavos a indígenas que habitaban la isla, pero no llega a establecerse en esta. Entre 1527y 1532 Antonio Sedeño y luego Diego de Ordaz fracasaron en sus intentos de establecerse en Trinidad, la cual permaneció fuera del desarrollo de la provincia de la Nueva Andalucía cuya capital era Cumaná. Trinidad y el Orinoco tendían a agruparse, pues encontrándose todavía sin poblar la costa de Paria, el contacto entre Trinidad y la región Cumaná-Margarita estaba limitado a un incómodo viaje de muchos días por mar; mientras que el viaje al S, hacia el Orinoco, era más corto y fácil. Por la vaguedad del conocimiento geográfico, Trinidad había sido incluida dentro de la jurisdicción de la provincia de la Nueva Andalucía, pero nunca se le prestó realmente mucha atención; por otro lado, las autoridades en Bogotá estaban ansiosas de tener bajo su control toda la región de Guayana (el Orinoco) y Trinidad; dejando aparte el mito de El Dorado, el Orinoco era la entrada a la rica provincia de Cundinamarca; el Orinoco y el Meta corrían directamente en el corazón de la provincia y eran navegables; la posición estratégica a la luz de este hecho resultaba inmensa, razón por la cual la isla y el continente eran considerados en Bogotá como una unidad inseparable. En 1584, Antonio de Berrío, sucesor de Gonzalo Jiménez de Quesada, fue autorizado para colonizar tanto Trinidad como Guayana; salió de Bogotá con un grupo numeroso, cruzó las sierras al E de Tunja y embarcándose en varios bajeles, navegó por el río Casanare, entró al Meta y finalmente al Orinoco; muchos murieron en la empresa y el viaje fracasó después de un año de errar por la región. Fatigado por la magnitud de su hazaña, Berrío prosiguió a Trinidad con sus tropas agotadas; viéndose obligado a buscar refuerzos, salió para Margarita cuyo gobernador le proporcionó 50 hombres más. El gobernador de la Nueva Andalucía en Cumaná se negó sin embargo a hacer nada por él sosteniendo que Trinidad estaba dentro de su propia jurisdicción; no obstante, Berrío regresó a la isla y comenzó su conquista; sometió a los carinepagotos en la vecindad del puerto y fundó la ciudad de San José de Oruña (19.5.1592) por intermedio de su maese de campo, Domingo de Vera e Ibargoyen. En 1594, Berrío pudo trazar el mapa de una provincia de Trinidad-Guayana como de su personal dominio, lo cual sería confirmado por la metrópoli en 1596. Es evidente que la decisión de unir la suerte de Trinidad con la de Bogotá a través de Guayana, o más particularmente por medio del Orinoco, fue una decisión contra la vinculación directa de Trinidad y Caracas por conducto de la Nueva Andalucía. Por este medio, en la práctica, la isla fue separada de lo que hoy es Venezuela. Es en esa creación administrativa, respaldada por la geografía, que encontramos el verdadero origen de la bifurcación de los rumbos históricos entre Venezuela y Trinidad. El 7 de abril de 1595, Walter Raleigh saqueó San José de Oruña tomando prisionero a Berrío; mientras su maese de campo Vera e Ibargoyen fue a España para obtener de la Corte la confirmación de los derechos de Fernando de Berrío, hijo de Antonio. De esta manera, Trinidad de Guayana permaneció reservada a la familia Berrío y dependiente de la Audiencia de Bogotá, hasta que las quejas de los pobladores enviadas secretamente a la Corte inspiraron a la Corona el nombramiento de Sancho de Alquiza (gobernador de la provincia de Venezuela) como gobernador-juez de residencia para la provincia de Trinidad de la Guayana. El problema del contrabando holandés presentaba a los gobernadores de la isla el conflictivo dilema de la defensa y del crecimiento económico. Habiendo Alquiza juzgado las irregularidades en el comercio del tabaco bajo el gobierno de Fernando de Berrío, dictó sentencia contra este y lo sustituyó en la gobernación de la provincia, asumiendo provisionalmente todos los poderes.
Durante todo el siglo XVII, Trinidad sobrevivió a varias incursiones de holandeses, franceses e ingleses, no obstante ser la menos fortificada de las provincias del imperio español. El desarrollo de la isla durante ese siglo se debió a los esfuerzos de los misioneros capuchinos que fundaron varias misiones. En 1699 hubo una sublevación general de los indios en la que fueron asesinados casi todos los religiosos; a partir de este hecho, el Gobierno mantuvo una estrecha vigilancia sobre las misiones. A fines del siglo XVII la pequeña población blanca en Trinidad vivía atemorizada por los ataques indígenas. Si desde un punto de vista europeo Trinidad no progresó a todo lo largo del siglo XVII, fue debido a que era aún predominantemente un país indígena; solo una pequeña porción de los dóciles indios nepuyo de las encomiendas del N había sido cristianizada y aparte de las misiones indígenas había miles de indios hostiles cuyo número crecía por las migraciones provenientes del delta del Orinoco. En el siglo XVIII comenzó la producción de cacao; sin embargo, el total fracaso de la cosecha de 1725 a 1728 representó un desastre de graves consecuencias históricas para la isla; con su economía desarticulada, Trinidad perdió muchos de sus habitantes que huyeron de la miseria; se supone que este fenómeno fue el más destructivo en su historia. Por ese tiempo había apenas 250 hombres libres adultos en la isla, 50 blancos y 200 de color en tanto que el número de los indígenas, organizados o no, alcanzaba a varios millares. En 1731, fue dividida la provincia de Trinidad-Guayana; esta última región fue vinculada políticamente a la Nueva Andalucía mientras que la primera permaneció, como hasta entonces, unida a la lejana jurisdicción política de Bogotá. Cuando, en 1776, Manuel Fálquez fue nombrado gobernador de Trinidad recibió una instrucción que contenía un programa de reformas socioeconómicas de considerable importancia para el futuro de la isla; la principal tarea de Fálquez fue la de atraer hacia Trinidad todos aquellos colonos franceses que vivían bajo el Gobierno inglés en las Antillas, especialmente en la isla de Granada. Esta instrucción parece indicar el deseo de la Corona de poblar la isla con extranjeros católicos de las Antillas y la esperanza de que los nuevos colonos pudieran ayudar a combatir el contrabando en la isla. Se esperaba también que la Compañía Guipuzcoana pudiera contribuir a asegurar la legalidad del comercio. Fálquez inició el programa de población que había de seguir hasta el fin del gobierno español en 1797 y que alcanzó su cénit bajo la gobernación de José María Chacón, último gobernador español (1784-1797). A pesar de varios conflictos entre los nuevos colonos franceses y los antiguos colonos hispanos, la economía de Trinidad se reforzó durante esta época con las producciones del algodón, caña de azúcar, café, añil y la restaurada producción de cacao. Cuando Granada fue devuelta a Inglaterra por el Tratado de Versalles de 1783, su puerto, Saint George, fue convertido en puerto libre con la esperanza de fomentar el comercio entre el barlovento español y la Gran Bretaña; esta política inglesa produjo efectivos resultados para el comercio de Trinidad. Entre 1784 y 1789 el algodón producido en la isla encontró el camino de Granada desde donde era transportado a Inglaterra; además la Corte española concedió el contrato del transporte en gran escala de esclavos negros de África al inglés Edward Barry. Pronto la producción de la caña sobrepasó la del algodón; en 1794 las 601 fanegas de algodón fueron superadas por las 642 de azúcar; el cultivo y la exportación de este producto estaba en su mayor parte en manos de ingleses. Para 1785, más de la mitad de la población la constituía el elemento francés y sus propios esclavos negros. Entretanto creció la necesidad de fortificar la isla y en 1788, el virrey electo para el Nuevo Reino de Granada, Francisco Gil de Lemos, fue comisionado para que hiciese una evaluación de los ambiciosos planes de fortificación propuestos por José María Chacón; el virrey apoyó los planes del gobernador y comenzó una política urgente de defensa. La llegada de los ingenieros, de un batallón de regulares, de la fragata Nuestra Señora de las Nieves, de Cosme Damián Churruca y de una flota bajo su comando; del escuadrón del Caribe bajo el mando de Gabriel Aristizábal en 1795, y finalmente del escuadrón de Apodaca con 700 reclutas en septiembre de 1796, pusieron de relieve el propósito de los españoles de proteger y defender la isla. En 1796, España había entrado en guerra con Inglaterra con la esperanza de adquirir alguna seguridad para sí misma en Europa, aunque con el evidente riesgo de poner sus posesiones de ultramar a merced de la supremacía naval inglesa.
El 16 de febrero de 1797 arribó una escuadra inglesa a Trinidad: 9 naves de guerra, 3 corbetas, 3 bergantines y una bombarda con 6 regimientos británicos, 2 alemanes, un cuerpo de infantería ligera de mulatos y una división de artillería; solamente 2 lanchas españolas vigilaban al enemigo desde Puerto España que se había convertido en capital de la isla a partir de la gobernación de José María Chacón. Los navíos de la armada de Apodaca fueron incendiados; Chacón se dio cuenta de la superioridad numérica de los ingleses y ordenó la retirada. España perdió a Trinidad y nada ganó en esa guerra; Francia, su aliada, ni siquiera le reconoció el derecho de tomar parte en las negociaciones cuando estas comenzaron y por otro lado Inglaterra fue clara en manifestar que intentaba retener la isla. Los ingleses mantuvieron las leyes españolas durante unos 50 años (1797-1848) para evitar conflictos entre los antiguos pobladores y los nuevos colonos británicos. En su Instrucción al gobernador Tomás Picton, el comandante general Ralph Abercromby señaló la gran importancia de la conciliación en la política inglesa en cuanto a la gobernación de la isla conquistada, pero muy pocos administradores comprendieron bien las complejas leyes españolas. El último gobernador español, José María Chacón y su asesor José Damián Cuenca eran los únicos considerados expertos en dichas leyes y, desde luego, los 2 abandonaron la isla después de la conquista inglesa; por lo que no quedó allí ningún experto en derecho indiano; además se rompió el lazo de unión con la Real Audiencia de Caracas desde donde la ley española habría podido imponerse. Después del gobernador y su asesor, el Cabildo era el órgano más poderoso de la administración; tenía función judicial, sus 2 alcaldes ordinarios eran jueces que cedían en importancia solamente al gobernador y a su asesor, y además representaba a la oligarquía criolla de la isla. Al tiempo de la conquista inglesa, el Cabildo se hallaba constituido por 4 franceses, 3 españoles y 2 irlandeses, una composición cosmopolita que reflejó la conciliación de los 3 grupos blancos que convivían en Trinidad. Los nuevos gobernadores ingleses juzgaron muy a propósito la permanencia del Cabildo y, desde 1797 hasta 1844, este sobrevivió con casi la misma dignidad y autoridad que antes. En 1797 fue nombrado John Nihell, un antiguo poblador irlandés, como asesor general; este, junto con los miembros del Cabildo, apoyaron la hábil política de conciliación ejecutada por Picton. Muy pronto sin embargo, los nuevos colonos ingleses, en su gran mayoría comerciantes que arribaron a la isla después de la invasión, formaron un partido para obligar a Picton a cambiar cuanto antes el derecho español y a reemplazarlo por el británico; el gobernador se negó debido al relativamente corto número de pobladores británicos y a la necesidad de realizar una suave transición del gobierno español al inglés. De todas formas, Picton nombró un capellán anglicano que recibió la misma renta que los 4 curas católicos y los 2 sacristanes que estaban en Trinidad. A partir de ahí se inicia el proceso de implantación de la civilización británica que terminó por dominar la isla a comienzos del siglo XIX. En 1802, el capellán anglicano comenzó a recibir una asignación mayor que la que recibían los sacerdotes católicos. Sin contacto alguno con el Real Consulado ni con la Real Audiencia de Caracas, los gobernadores ingleses empezaron poco a poco a ejercer una autoridad total y arbitraria a la vez. Después de varios años de quejas de los colonos por abuso de la autoridad gubernativa, en 1831 se estableció un Consejo Legislativo que limitó los poderes del gobernador; desde entonces, este no pudo actuar sin el acuerdo de dicho Consejo. Durante todo este período, el Cabildo estuvo dominado por los blancos franceses, que se opusieron a cualquier intento de introducir una legislación inglesa; mientras los colonos británicos pedían a la Corona la mayor autoridad posible para el gobernador; en 1810, lord Liverpool había rechazado una petición del partido inglés para establecer una asamblea semejante a la de Jamaica. En esta política de conciliación las autoridades inglesas tomaron también en cuenta los deseos de los mulatos libres de habla francesa y los hispanohablantes (pardos y blancos). En 1801 la población de la isla estaba constituida
así:
Esclavos................................................................19.709
Hacia 1831, el sector inglés superó la mitad del total de la población y la influencia de los comerciantes británicos había aumentado enormemente. Con el establecimiento del Consejo Legislativo la lucha contra el derecho español se hizo más intensa: entre 1840 y 1853, se proclamaron varias ordenanzas con las que el Cabildo perdió su antigua importancia; para 1840, sus poderes se limitaron a los alrededores de Puerto España; en 1844 se creó una municipalidad británica igual a cualquiera de las ya existentes en el imperio inglés; en 1853 fue proclamada una nueva Constitución basada en los principios del English Municipal Corporations Act. y la isla quedó dividida en barrios (wards). En 1848 el derecho civil español había sido eliminado. Debido a este desarrollo institucional la isla se hizo aún más cosmopolita. Con la emancipación de los esclavos en el imperio británico (1833-1834) la falta de mano de obra puso de relieve la gran necesidad de introducir otros trabajadores; estos llegaron a partir del año 1845 de la India, luego de China, de Madeira, y aun de Venezuela; los hindúes constituyeron la mayoría y su emigración continuó hasta 1917; trabajaron en los campos de azúcar y mantuvieron sus costumbres típicas. En 1889 el Gobierno de la isla vecina, Tobago, fue subordinado al Gobierno de Trinidad; más tarde, en octubre de 1898, se erigió en un barrio (ward), y finalmente, el 1 de enero de 1899, se estableció la colonia combinada de Trinidad y Tobago; esta era más pobre, menos desarrollada y su escasa población consistía en una abrumadora mayoría de negros libres, anteriormente esclavos y una pequeñísima oligarquía blanca inglesa.
Las 2 islas combinadas consiguieron su independencia de la Gran Bretaña en agosto de 1962 convirtiéndose en un estado dentro de la Comunidad Británica, con un gobernador general nombrado por la reina de Inglaterra. En septiembre de 1976, se estableció la República de Trinidad y Tobago con un presidente elegido por el Parlamento (el Senado y la Cámara de Diputados), cortando el lazo con la Corona inglesa; aunque sigue siendo miembro de la Comunidad Británica, pero es también miembro de la Organización de los Estados Americanos. El primer ministro para el momento de la independencia fue Eric Williams, quien falleció en marzo de 1981 después de 25 años en el poder.